Las banquetas de Barcelona
En la calle del Pintor Fortuny casi esquina con Montjuic del Carme, a pocos metros de La Rambla, estaba el viejo Ambassador, un pequeño hotel de lujo en pleno corazón de Barcelona. Una tarde, nos sentamos en sus banquetas junto a cientos de personas para ver salir al huésped principal: el Dream Team.
Esperé tres horas con mi hermano Juan Pablo por unos instantes que ninguno hemos olvidado: la puerta giratoria del Ambassador iba lanzando estrellas. Estábamos frente al mejor equipo de todos los tiempos en cualquier deporte: Michael Jordan, Magic Johnson, Larry Bird, Charles Barkley, Chris Mullin, Patrick Ewing, Karl Malone, John Stockton, David Robinson, Scottie Pippen, Clyde Drexler y el universitario Christian Laettner, dirigidos por el coach Chuck Daly.
Ninguna Liga en la historia había sido capaz de reunir tantas figuras para ponerlas a competir: era como ver a los Beatles. Cautivada por su magia, Barcelona se entregaba todas las tardes a este grupo de jugadores acompañándolos en el trayecto del hotel al Palau Olímpic de Badalona. La dimensión que cobró el Dream Team en Barcelona, consiguió llevar los Juegos a niveles inimaginables de audiencia.
No era el oro olímpico lo que buscaban, sino la gloria, y así lo entendió el mundo: Estados Unidos era inventor y dueño del basquetbol. La historia de los Juegos Olímpicos se divide en tres: los Juegos de la antigüedad, los Juegos de la era moderna y los Juegos después del Dream Team.
Cuando el 21 de septiembre de 1991 la Asociación de Basquetbol junto al comisionado David Stern anuncian la participación de la NBA en Barcelona 92 leyendo aquella imponente lista de basquetbolistas, el olimpismo abrazó al profesionalismo transformando sus Juegos para siempre.
La trascendencia que tuvo Barcelona 92 en la vida de los aficionados al deporte, puede verse desde muchas perspectivas: las banquetas de aquellas calles es una de ellas.
No era el oro olímpico lo que buscaban, sino la gloria, y así lo entendió el mundo