No es la desigualdad, es la pobreza
Millones de mexicanos viven en la pobreza. Mientras tanto, otros millones de conciudadanos suyos compran coches, viajan a las playas, van al cine los fines de semana, acuden a los centros comerciales, se sientan a la mesa de restaurantes y, en fin, disfrutan de una vida comparable a la de los habitantes de las naciones desarrolladas.
Un taxista, en alguna ocasión, me comentó que en este país había nada más una minoría de ricos privilegiados y que el resto de los pobladores estaban sumidos en la miseria. Le pedí que mirara a su alrededor –circulábamos por una avenida cualquiera de Ciudad de México— y que me dijera si los conductores de los coches atascados en el tráfico le parecían ser todos millonarios. Le señalé un Sanborns que se podía avistar a media manzana y le pregunté si la tienda era tan supremamente exclusiva que solamente pudiera ser frecuentada por los más pudientes. Más lejos se encontraba un Vips, en la esquina había una agencia bancaria, justo a nuestra derecha teníamos uno de los establecimientos de la cadena Elektra y la calle entera estaba abarrotada de negocios, uno tras otro, de comercios concurridos por centenares de compradores. ¿Todo eso, tan conspicuo y característico del paisaje urbano de la capital, no era parte de una realidad que tenía que ver con la existencia de una clase media cuya presencia es más que ostensible a lo largo y ancho del territorio nacional?
El hombre no se obstinó en su apreciación y, mascullando algunas palabras ininteligibles, guardó silencio hasta el final de una carrera cuyo fin se aproximaba ya de todas maneras. Y sí, la pobreza es real en México y sigue siendo la gran asignatura pendiente pero el problema sustantivo es que estamos hablando de una nación que se mueve (por lo menos) a dos velocidades diferentes y a la que no se le pueden adosar, justamente por ello, interpretaciones simplistas.
El gran tema podría ser la desigualdad. Tan sencillo, entonces, como empobrecer a la población en su conjunto como ocurre en los regímenes socialistas. La indigencia, sin embargo, es lo que necesita ser atendido en tanto que es un auténtico lastre para un país provisto, a la par, de un sector que funciona admirablemente bien. Y, por lo que parece, no estamos haciendo bien los deberes.
Una nación que se mueve a dos velocidades diferentes