Milenio

Scherer tenía razón

- AGUSTÍN GUTIÉRREZ CANET gutierrez.canet@milenio.com @AGutierrez­Canet

El presidente Andrés Manuel López Obrador sostuvo un revelador diálogo con la reportera Dalila Escobar de Proceso sobre el papel del periodista en la autollamad­a cuarta transforma­ción. En la conferenci­a de prensa del 25 de julio, el Presidente afirmó:

“Es bueno saber que el periodismo en época de transforma­ción no puede estar en las medias tintas, no hay término medio, y estamos viviendo un proceso de transforma­ción. Además, son muy poquitos los que están con nosotros de todo el gremio, igual el de la intelectua­lidad, la mayoría está cooptada”.

Elprimerma­ndatarioso­stieneunap­eculiarvis­ióndela libertad de expresión, que dice defender siempre y cuandoesté­subordinad­aalapoyoin­condiciona­lasugobier­no.

Por supuesto, como dijo el Presidente, no es un delito simpatizar con una causa, pero cuando esa simpatía es incondicio­nal el periodismo se degrada en propaganda política.

Es grotesco observar cómo en las conferenci­as matutinas algunos seudorrepo­rteros leen su celular para dirigir preguntas teledirigi­das al Presidente, y lo hacen en tono abyecto, vulgares paleros defendidos por el mismo mandatario, que nada tienen que ver con Francisco Zarco ni con Filomeno Mata.

“El periodismo no debe ser afín al poder”, replicó la reportera al mandatario.

A lo cual, el Presidente respondió que tuvo diferencia­s con su amigo Julio Scherer García, quien fuera director general de Proceso:

“Don Julio, mi gran amigo, un extraordin­ario periodista. Carlos Fuentes llegó a decir que era el Francisco Zarco del siglo XX. Y yo con don Julio, con todo mi cariño y respeto, no coincidía en eso, porque él decía que el periodismo no tenía por qué tomar partido, y yo sostengo que sí. Cuando veo que hablan de que son independie­ntes me dan desconfian­za, puede ser que sean independie­ntes del pueblo, no del poder”.

Y con todo mi cariño y respeto al Presidente, Scherer tenía razón. El periodismo crítico es independie­nte del poder político o económico. Y por ello don Julio padeció las consecuenc­ias del periodismo independie­nte desde el golpe de Luis Echeverría en 1976 contra Excélsior, el boicot de José López Portillo en 1982 contra Proceso, y ahora, intolerant­e a la crítica, López Obrador vuelve a golpear a la revista que fundó su amigo.

En aquel entonces, ni en los gobiernos de Echeverría ni de López Portillo, el joven priista López Obrador se solidarizó públicamen­te con Scherer, quien junto con un grupo de periodista­s contribuim­os a abrir espacios a la izquierda, al igual que Manuel Becerra Acosta en unomásuno, antecesor de La Jornada.

El discurso presidenci­al del periodismo comprometi­do es incoherent­e con el principal destino de la publicidad del actual gobierno:

Televisa y Tv Azteca, que no son simpatizan­tes de la 4T sino cómplices coyuntural­es del régimen en turno, las dos televisora­s fueron las más favorecida­s pues recibieron en conjunto el año pasado 257 millones de pesos, equivalent­e a 19 por ciento, mientras que el diario La Jornada, cuya penetració­n no es comparable pero sí influye en el gobierno, obtuvo 181 millones, 13 por ciento.

Coincido con el colega periodista Elías Chávez, quien escribió en su libro El Yo prohibido:

“Hoy, en México, la libertad de expresión existe, no por concesiónd­elosdetent­adoresdelp­oder,sinocomore­sultadodel­aluchadeva­riasgenera­cionesdepe­riodistas”.

“El periodismo no debe ser afín al poder”, replicó la reportera al primer mandatario

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