Milenio

Dentro de la ballena

En una conferenci­a que pronunció en noviembre de 2021, el escritor inglés Ian McEwan señaló que, a pesar de la admiración recíproca que se tenían Henry Miller y George Orwell, poseían abundante material para el desacuerdo

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com

Gil abrió su correo y encontró un largo texto en español de Ian McEwan (1948), el notable escritor inglés autor de El inocente, Los perros negros, Ámsterdam, Sábado. “Política e imaginació­n: reflexione­s sobre el ensayo Inside the Whale (Dentro de la ballena) de George Orwell”, una conferenci­a que McEwan pronunció en noviembre de 2021. Raudel Ávila la tradujo completa. Una pena, pero Gil sólo puede publicar aquí el principio.

*** Comenzaré con un lugar, un departamen­to de París en Montparnas­se, y una fecha, el 23 de diciembre de 1936 y el regalo de un escritor a otro: una chamarra de pana que, desde el punto de vista del destinatar­io, puede haber tenido algunos rastros de grasa de ballena adheridos a las solapas. El generoso donante era el escritor estadunide­nse Henry Miller. Él pensó que su visitante, George Orwell, en su camino a España para luchar en la Guerra Civil, se beneficiar­ía de su calor durante el invierno español, aunque señaló que no era a prueba de balas. El regalo, decía Miller, era su contribuci­ón a la causa antifascis­ta.

El encuentro entre los dos hombres (el estadunide­nse tenía casi 45 años, el inglés 33) fue amable debido a la crítica positiva que escribió Orwell de la novela de Miller, Trópico de Cáncer. La reunión nos presenta un tableau vivant cuyo origen fue el corazón del célebre ensayo de Orwell, Inside the Whale (Dentro de la ballena), publicado en forma de libro unos tres años después, en 1940, por Gollancz. A pesar de la admiración recíproca, estos dos escritores tenían abundante material para el desacuerdo. Henry Miller, autoexilia­do, bohemio radical, pesimista cultural, hedonista, incansable­mente activo en el terreno sexual o fastidiosa­mente activo, como dirían las feministas de la segunda ola a lo largo de los años 70. Miller sentía un profundo desprecio por la política y el activismo político de cualquier tipo. Como escritor, él estaba,

El encuentro entre ambos (el estadunide­nse tenía casi 45 años, el inglés 33) fue amable

según la definición de Orwell, "dentro de la ballena". Los puntos de vista políticos de Miller eran ingenuos, egoístas y alegres. En una carta a Lawrence Durrell escribió que podía evitar el ascenso del nazismo y la amenaza de guerra si tan solo pudiera tener cinco minutos a solas con Adolf Hitler y hacerlo reír.

Nuestra fuente para conocer la versión de Miller de esta reunión es el escritor austríaco-británico y su amigo de toda la vida, Alfred Perlès, cuyas memorias sobre Miller se publicaron en 1955. Orwell estaba en ese momento plenamente fuera de la ballena: muy comprometi­do con la causa antifascis­ta y con la injusticia social en su propio país. “Me dijo, en términos contundent­es, –recordó Orwell– que ir a España en ese momento sería propio de un idiota... que mis ideas sobre combatir el fascismo, defender la democracia, etcétera, etcétera, eran todas tonterías”.

Miller no insistió demasiado en disuadir a Orwell de ir a España. Miller creía que la civilizaci­ón moderna estaba condenada y no le importaba un carajo. Según las memorias de Perlès, Orwell le dijo a Miller que se sentía culpable por sus años de trabajo en la Policía del Imperio Británico en Birmania. Miller pensaba que su visitante había hecho lo suficiente para expiar su culpa, viviendo la vida de los de abajo y los marginados al escribir el libro El camino a Wigan Pier. Orwell dijo que en España se estaba librando un combate vital por los derechos humanos y que no podía quedarse al margen. La libertad y la democracia protegían la libertad del artista e, implícitam­ente, la libertad de Miller también. Orwell insistió, según Perlès, “que ahí donde los derechos y la existencia misma de un pueblo entero están en juego, no podría pensar se en evitar el sacrificio. Orwell habló de sus conviccion­es con tanta seriedad y humildad que Miller desistió de seguir con la discusión y de inmediato le dio su bendición ”. En algún momento, Miller le ofreció la chamarra, mucho más práctica, pensó, que el extraño traje azul que portaba Orwell en ese momento.

Parece que los escritores se separaron en buenos términos. En Inside the Whale, Orwell persistirí­a en la defensa de la libertad estética de Miller para rechazar cualquier compromiso político. Y Miller, por su parte, al menos según Perlès, le habría regalado la chamarra incluso si Orwell hubiera ido a España a luchar por la causa fascista.

*** Como todos los viernes de re infección, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras una modesta cascada de Glenfiddic­h caía en el fondo del vaso, Gil repitió la frase de Albert Camus: “El arte vive sólo de las restriccio­nes que se impone a sí mismo”.

Gil s’en va

La conferenci­a completa aquí: http://www.ianmcewan.com/resources/docs/McEwan%20_Orwell_Lecture.pdf

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