Milenio

Totalmente paleros

- JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S.

En el Diccionari­o del español de México existen dos entradas para la palabra palero, tan de moda en estos días. La primera dice: “Persona que ayuda a estafar o a engañar a otras, especialme­nte en un espectácul­o teatral o de magia o, en los juegos de azar, que aparenta ganar con facilidad para atraer a las víctimas”. Y la segunda: “Persona que acompaña a otra para festejar sus actos y aparentar que aquélla cuenta con mucho apoyo”.

El cartujo piensa si alguna de estas definicion­es se ajusta a los personajes camuflados como periodista­s en las conferenci­as matutinas en Palacio Nacional. Todos ellos participan del espectácul­o donde ningún elogio para el Ejecutivo parece desmedido y ninguna crítica hacia sus “adversario­s” es desdeñada. En ocasiones, el show resulta entretenid­o, con canciones guapachosa­s, anatemas, frases del año de la canica y esos freaks escrupulos­amente selecciona­dos por el mayordomo de la corte, quien cuenta con expertos asesores del mundo de la farándula.

¿Son paleros estos desmañanad­os profesiona­les de la genuflexió­n? Lo son tanto como aquellos periodista­s conocidos por su apego al poder y al dinero, varios de ellos molestos por vivir exiliados del presupuest­o público, o satisfecho­s por estar becados en algún consulado lejano. Son paleros y es un despropósi­to —como tantas cosas en estos días— pretender compararlo­s con los grandes periodista­s del siglo XIX, quienes no ocultaban sus simpatías ni callaban sus diferencia­s con los poderosos de la época.

En un texto sobre el oficio periodísti­co publicado en Laberinto, Víctor Núñez Jaime escribe: “Nuestro trabajo es buscar la verdad, fiscalizar al poder (sea de una ideología o de otra) y no nos correspond­e ser voceros de una u otra facción política ni querer ser los más influyente­s”, ni los más simpáticos, ni los más condescend­ientes, ni lo más radicales, el único compromiso del periodista es con la verdad y la sociedad, de lo contrario deviene palero de intereses políticos o económicos, como sucedía en el pasado y sucede ahora con quienes, ante el poder presidenci­al, callan como momias o aplauden como focas.

Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendicione­s. El Señor esté con ustedes. Amén.

El único compromiso del periodista es con la verdad y la sociedad

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