El don del que carecemos
Hay cosas con las que uno nace y otras con las que no. Así es la vida. Qué más quisiera yo que con dedicación y esfuerzo uno pudiera educar esa parte de su propio ser que llegó al mundo desconectada de algún talento a ejecutarlo como el mejor, pero no se puede. Existe siempre una distancia entre aquel que nació con el don y el que no. Nosotros nacimos sin él. Determinismo de la sangre, ¿de la cultura? De todos los dones con los que los mexicanos pudimos nacer, uno faltó. Los mexicanos llegamos al mundo sin el don de construir aeropuertos.
Nos quedan chicos o lejos o chuecos o se nos hunden o los hundimos nosotros mismos. Ya ve usted, esto va más allá del partido o la ideología, es una absoluta confesión de incapacidad y fracaso. No podemos construir un aeropuerto. ¿Será un presagio de que los mexicanos no podemos aspirar a cosas grandes? La tan traída y llevada cubeta con los cangrejos en la que todos jalan de nuevo al fondo al cangrejo que estaba a punto de alcanzar el borde, tomar sus maletas e irse al aeropuerto.
Décadas pensando en un nuevo aeropuerto capaz de conectar a México con el mundo, ser un centro de operaciones turísticas y comerciales regional, para que al final aparezca una voz que cuestione si el pueblo vuela. No, habría que responder. Por esa forma de pensar los mexicanos jamás podrán volar.
Hace más de 30 años sabíamos que el Aeropuerto de la Ciudad de México se nos había quedado chico. Que urgía una solución. Urgencia mexicana del ahorita te atiendo. Y así, después de mucha vuelta a las alternativas, el gobierno del presidente Fox escogió Texcoco; pero ya le digo, no nacimos con ese talento. No se supo o no se pudo hacer viable. Nos quedamos sin nuevo aeropuerto y le tuvimos que hacer un pegote al viejo. La Terminal 2: chueca, maltrecha, hundiéndose y que al poco tiempo también nos quedó pequeña. Volvamos a pensar en Texcoco, dijo el gobierno de Peña Nieto. Hagamos un gran aeropuerto, el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y cerremos el viejo. Y no, ahora
Sin presupuesto y sin mantenimiento no aguantó el Metro, ¿por qué lo haría un aeropuerto viejo?
no porque no, porque era muy grande o muy caro o porque había actos de corrupción que seguimos esperando que se exhiban y se castiguen y ya con el 30 por ciento construido, nos volvimos a quedar sin aeropuerto. Ya le digo, no tenemos ese don, por lo que entonces decidimos hacer “un sistema aeroportuario”, constituido por cuatro monstruos.
El primero es una quimera. Toluca, un lugar del que se habla como si existiera, pero no. Ni existe ni ayuda a desahogar nada. El segundo es un fantasma. Felipe Ángeles es un aeropuerto que queda lejos, al que nadie quiere ir y del que solo se construyó la mitad por lo que en realidad es muy pequeño, pero que, por lo mismo, salió más barato y se hizo más rápido. Texcoco es un cubo de basura que hundimos y cuya cancelación seguiremos pagando hasta después de 2045 y, el último, nuestro antiguo Aeropuerto de la Ciudad de México. Paradoja del adefesio: el único que en realidad funciona. Sin presupuesto, sin mantenimiento, sin TUA o impuesto, porque todo ese dinero se dedica a pagar la cancelación de Texcoco.
Por eso no sorprende cuando el Presidente dice que el Aeropuerto se puede derrumbar en cualquier momento. Sin presupuesto y sin mantenimiento no aguantó el Metro, ¿por qué habría de aguantar un aeropuerto viejo?