Pemex y CFE no son franciscanas
Hagan de cuenta que nos gobiernan los neoliberales más radicales y obtusos. La embestida contra el sector público la emprendieron Margaret Thatcher y Ronald Reagan en la década del 80 del siglo pasado pretendiendo desmantelar buena parte de la estructura gubernamental. Aquí estamos viviendo algo parecido por cortesía del régimen de la 4T: decenas de miles de funcionarios (o sea, personas, de todos los niveles, que trabajan, pues sí, en la Función Pública) echados a la calle, programas recortados, inversiones eliminadas, dependencias desaparecidas, en fin, la estrategia de acoso y derribo institucional va a todo tren.
El tema, sin embargo, es la motivación para proceder de esta manera. Los antedichos Reagan y Thatcher eran visceralmente anticomunistas y su combate en contra del estatismo se sustentaba en el propósito de darle todo el poder al mercado, de facilitar la iniciativa privada, de suprimir las restricciones burocráticas a la inversión y de bajar los impuestos para que esos recursos fueran aprovechados por el sector productivo. Consagraron así el predominio global del capitalismo y hubo quien, al derrumbarse la llamada cortina de hierro, decretó el fin de la historia en tanto que la nueva doctrina mercantilista parecía ser adoptada universalmente (luego tuvo lugar la crisis de 2008 y el sufrimiento de millones de personas abandonadas por el Estado de bienestar comenzó a cobrar factura hasta llegar a estos tiempos de enojo colectivo de los que tantos réditos obtienen los populistas).
Los designios de nuestro oficialismo son diferentes (y un tanto extraños, por no decir paradójicos): el exterminio de lo público no se justifica a partir de la glorificación de lo privado sino a partir de un asistencialismo operado sin intermediarios, de un redireccionamiento de los recursos hacia proyectos que podrían haber sido implementados por inversores nacionales o extranjeros (las refinerías, para mayores señas, suelen ser construidas por las grandes corporaciones petrolíferas multinacionales) y, por lo que estamos viendo, de una mera apropiación de los caudales públicos para consolidar un modelo político.
Ah, pero los recortes son peregrinamente selectivos: Pemex y CFE siguen devorando los dineros que tanto necesita la nación. ¡Uf!
Siguen devorando los dineros que tanto necesita la nación