La línea del fuera de juego
Una aficionada demandó a Nick Kyrgios, quien la acusó de estar “borracha” durante la Final Wimbledon: “Cuando tengo el servicio no para de insultarme, es como si hubiera tomado 700 copas…”, señaló el tenista pidiendo al juez de silla desalojarla de la cancha central.
La seguidora, en todo su derecho, denunció al tenista alegando daños contra su imagen y la de su familia.
El fin de semana, el atacante del Villarreal, Gerard Moreno, marcó el segundo gol de su equipo (0-2), sellando la derrota del Atlético de Madrid en el Metropolitano y al festejar, buscó una cámara de televisión que encontró en el fondo sur del estadio, para dedicar, como siempre lo hace según su costumbre, el gol a sus hijas haciendo un gesto con las manos en las orejas.
La afición más radical del Atlético ubicada en ese sector y algunos jugadores colchoneros, asumieron que el festejo era una burla dirigida a ellos, desatando una bronca en la cancha y subiendo la temperatura en la grada que, entrada en calentura, se mantuvo en el campo al finalizar el juego para insultar y
¿En qué momento se rompió la línea que une al deporte con la sociedad?
lanzar objetos a futbolistas suplentes de su equipo que hacían ejercicios en el campo; uno de ellos, el defensor Mario Hermoso, se encaró con algunos “aficionados”, saltó la valla y hecho una furia, intentó subir a la tribuna mientras sus compañeros le detenían.
El lunes, en las instalaciones de La Noria, integrantes de Cruz Azul fueron amenazados e insultados por seguidores que “manifestaron” su enfado lanzando huevos: hábito que se está volviendo un vicio.
Hoy, a cualquier hora, veremos todo tipo de insultos, violencia y arrebatos digitales alrededor de equipos, deportistas, seguidores, rivales y periodistas en las redes sociales.
Está pasando con mayor frecuencia y está pasando en todos lados, ¿en qué momento cruzamos la línea que divide a un juego de la vida? O peor aún, ¿en qué momento se rompió la línea que une al deporte con la sociedad?