Paremos de sufrir
Como dijo Buda hace 2500 años “el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional”; la práctica del Yoga sirve para disminuir el apego
Si lográramos distinguir la diferencia entre dolor y sufrimiento, la vida sería otra, y es que sentir dolor es algo que todos los seres vivos experimentamos pero una vez que sucede, pasa. El sufrimiento en cambio es una perpetuación de la sensación de dolor con la que acabamos identificándonos como parte de nosotros mismos.
Para la tradición yóguica el sufrimiento proviene de cinco kleshas o venenos y es el propio sabio Patanajali quien explica que “la falta de comprensión o avidya, una imagen equivocada de sí mismo o asmita, el apego a los placeres o raga, la aversión hacia aquello que es no es placentero o dvesha, y comprometernos en acciones dictadas desde el miedo o abhinivesha, son las principales causas de nuestra infelicidad”.
En específico el veneno del apego, es el “acto de aferrarse a algo que es ilusorio o impermanente”, y se sufre por el miedo a perderlo. Pero resulta que no solo nos apegamos a lo placentero, sino que generamos apego también hacia nuestro propio sufrimiento sin el cual, a la larga, no sabemos cómo vivir. Eso sin mencionar nuestra gran fuente de apego: La identificación con nuestro Yo o lo que pensamos que conforma y define nuestro Yo.
Así que hoy te propongo tres asanas para disminuir el apego:
De entrada podemos de decir que Utkatasana, la postura de la Silla, además de fortalecer las piernas, promueve también la fuerza de voluntad que se requiere para poder sostenerla. Más allá de sus resultados desintoxicantes, esta posición cultiva “la fortaleza interna, la paciencia y la resiliencia”.
Otra asana para trabajar el apego es Baddha Virabhadrasana, el Guerrero humilde que comparte con las demás posturas guerreras la fuerza y la valentía solo que no desde una perspectiva de ataque externo sino interno. Aquí la atención se dirige hacia adentro, para cortar y soltar todo aquello que cargamos y que nos detiene para seguir avanzando.
Por último, te recomiendo una de las asanas de torsión más conocidas: Marichyasana, la postura del Sabio. Al girar la columna se comprime el sistema nervioso, una vez que las vértebras vuelven a su lugar se produce un flujo de sangre intenso en dos direcciones, hacia el cerebro y hacia las piernas, lo que ayuda a que las emociones estancadas fluyan y se disuelvan.