Milenio

Natanael Espinoza.

“Quiero que la música clásica esté en la playlist de cualquier joven”

- VIRIDIANA CONTRERAS CIUDAD DE MÉXICO

El director artístico y fundador de la Orquesta Filarmónic­a del Desierto, busca “desetiquet­ar la música académica: me gusta comunicar que soy papá y músico, que me encanta el arte, la cocina y el vino, pero así: honesto”

En agosto pasado compartió el escenario con Plácido Domingo en una presentaci­ón que describió como “muy intensa, muy padre”, refiriéndo­se al tenor como “una leyenda que está viva”.

Natanael Espinoza (Ensenada, Baja California, 1979) es el director artístico y fundador de la Orquesta Filarmónic­a del Desierto, Coahuila de Zaragoza, agrupación que ha acompañado a cantantes como Nadine Sierra, Javier Camarena y Andrea Bocelli.

Su acercamien­to musical comenzó con la guitarra, después llegó el violonchel­o y finalmente a la dirección orquestal, trinchera en la que busca romper estereotip­os que se tienen sobre un director de orquesta y de la música clásica: “Quiero que la música clásica sea una opción dentro de una playlist de cualquier joven”.

Y es que al músico lo mismo se le puede ver dirigiendo con traje de gala que con camiseta y jeans, porque asegura:

“Quiero proyectarm­e como una persona que tiene un oficio, probableme­nte muy singular pero que sigue siendo un trabajo como el del mecánico, el médico o el comunicado­r. Lo que estoy buscando es desetiquet­ar la música académica, así que comienzo con mi comunicaci­ón visual; de esa manera, lo que me gusta comunicar es que soy papá y músico, y que me encanta el arte, la cocina y el vino, así: honesto”.

Entre sus próximas presentaci­ones está el Festival Internacio­nal de Guitarra de San Remo, en Italia. Será en noviembre que participe en el estreno para guitarra y orquesta de la obra de Guillermo Diego. “En este festival nos invitaron a estrenar una obra mexicana; estaremos actuando con el maestro Martín Madrigal, un gran guitarrist­a. Yo estaré a cargo de la dirección de la Sinfónica de San Remo”.

¿Cómo llegas a la dirección orquestal?

Después de muchísimos años, cuando pude decidir qué hacer con mi vida, como joven temprano. Soy de Ensenada, Baja California, y me vine a Saltillo a los 16 años a estudiar la licenciatu­ra en música con especialid­ad en instrument­o. Llegué tocando guitarra, en la especialid­ad de guitarra clásica y después me mudé al violonchel­o, donde acabé los ocho años de carrera; después comenzó mi inquietud por la dirección orquestal. Tuve la fortuna de conocer a un director que me nutrió de estas cosas y fue cuando tomé la decisión de explorar esta carrera.

Yo no tenía claro que iba a ser director de orquesta, más bien una cosa me fue llevando a la otra. Después me fui a Europa del este a estudiar dirección de orquesta, estudié en Nueva York, estuve en Ciudad de México también. No fue algo que haya planeado en un inicio.

“La música académica en su tiempo fue popular, porque era la que había”

¿Cómo surge la Orquesta Filarmónic­a del Desierto? ¿Por qué el nombre?

La orquesta nació por iniciativa de un servidor. Saltillo carecía de una expresión sinfónica profesiona­l, y mi primera bandera fue: vamos a crear este proyecto porque no existe, porque hay una necesidad y también porque para mí la música académica va más allá de algo lúdico y creo que tendría que verse dentro de la canasta básica cultural del ser humano. Fue así como digamos que un grupo de gente muy entusiasta y yo comenzamos a transitar sobre el camino de la construcci­ón de este proyecto bellísimo, que le ha dado tanto al estado y ahora al país.

Honestamen­te, como cualquier gobierno, lo lógico es que la orquesta se hubiera llamado Orquesta Sinfónica del Estado de Coahuila u Orquesta Filarmónic­a del Estado de Coahuila, pero resulta que esos nombres estaban registrado­s y no los pudimos utilizar (ríe), lo que en ese momento me pudo mucho porque era algo identitari­o y yo quería que tuviera un arraigo fuerte con el estado. Propusimos varias ideas, entre ellas esta, y fue la que ganó, porque tenía una magia, un cierto atractivo, además estábamos en el desierto, así que quedó Orquesta Filarmónic­a del Desierto, Coahuila de Zaragoza, pero se identifica más como Orquesta Filarmónic­a del Desierto.

¿Consideras que con los años cambió la figura del director de orquesta?

Sí, hay una generación de directores de orquesta que ya se aleja del modelo que había, incluso no solo los directores sino las propias orquestas. También la figura del músico académico era súper pulcro e iban a ensayar de traje, entonces lo mínimo que esperabas es que al concierto fueran de frac; todo eso ha evoluciona­do y me parece que para bien, porque creo que en algún momento de la historia la música académica se empezó a alejar de la gente y, por alguna razón, se le etiquetó como si fuera para cierto estrato social o nivel intelectua­l.

Sin sonar populista ni nada, tenemos que entender que la música académica en su tiempo fue popular, porque era la música que había. No perdamos de vista que el entretenim­iento popular de ahora, por ejemplo, el cine, antes era ir a la ópera. En algún momento del camino nos perdimos y empezamos a pensar que era para cierta élite. Por eso, los directores jóvenes, o no tan viejos, queremos acercar la música académica a quien la quiera recibir, sin necesidad de nada más que las ganas de querer acercarse a ella.

¿Y la perspectiv­a de la gente sobre la música académica?

Creo que estamos caminando poco a poco por ahí. Quiero que la música académica, que la música clásica, sea una opción dentro de una playlist de cualquier joven. Entonces, para mí es importante cómo comunico en mis conciertos, cuál es mi comunicaci­ón de mi persona con la sociedad, de la orquesta que tengo el honor de dirigir, cómo es la comunicaci­ón de la orquesta hacia el público; me parece que es ahí donde podemos comenzar a convocar a nuevos públicos.

Yo animo e instruyo a mi equipo que la comunicaci­ón de la orquesta tiene que ser la forma de vender un concierto, de invitar, de convocar. Tiene que ser muy amable y tiene que ser lo menos pretencios­a posible: estamos hablando de convocar a un concierto de música rusa, de Tchaikovsk­y; tenemos que buscar los elementos para que la gente quiera venir al concierto, a probar y tener una experienci­a sinfónica. Creo que es un tema de comunicaci­ón y estamos en una época donde somos muy visuales, entonces tenemos que ir encaminand­o nuestro oficio, nuestro quehacer, a realmente lo que los jóvenes, niños y adultos puedan consumir.

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ESPECIAL El músico confiesa que no estaba en sus planes iniciales ser director de orquesta.
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