Lula, Bolsonaro y el populismo
Los comicios celebrados este domingo en Brasil han dejado patente que la lucha entre Lula da Silva y Jair Bolsonaro es más peliaguda de que lo indicaban las encuestas. El próximo 30 de octubre se medirán en una segunda vuelta que tendrá nuevamente al país en vilo a la hora de escoger entre un populista de derechas y un populista de izquierdas.
El regreso a la política de Lula ha sido comparado con una resurrección, pero lo
cierto es que nunca dejó de ser uno de los actores principales en la historia reciente de Brasil, incluso a pesar de su encarcelamiento por cargos de corrupción que posteriormente fueron desestimados. El líder del Partido del Trabajo gobernó de 2003 a 2011 y dejó la Presidencia con un 90% de respaldo. Bolsa Familia, su programa de ayudas sociales, sacó de la pobreza a millones de brasileños que hoy lo apoyan. Una de sus características ha sido su perfil carismático, algo muy propio de los populismos de uno y otro signo, que mantiene a pesar de sus 76 años.
En cuanto a Bolsonaro, no goza de ese gancho con el pueblo que sin duda tiene su rival, pero con astucia supo subirse al carro de la Trumpmanía que desató Donald Trump en su carrera a la Presidencia. El ex presidente estadounidense llegó a la Casa Blanca asegurando que haría saltar por los aires el establishment de Washington. ¡Y vaya si lo hizo! Aunque cuatro años después
perdió en las urnas, hoy en día controla buena parte del partido republicano y su populismo nacionalista de derechas ha hecho mella en el electorado estadounidense.
Bolsonaro también ganó presentándose como un outsider. Renegó del cambio climático y abrió la Amazonia a la explotación minera y agrícola, contribuyendo a su deforestación; cuando estalló la pandemia, ridiculizó las recomendaciones de los científicos en lo referente a medidas de mitigación y abogó por métodos propios de curanderos mientras la cifra de muertes en Brasil casi alcanzó las 700.000; y para no quedarse a la zaga de su aliado, lleva meses advirtiendo de que el sistema electoral es susceptible a fraude.
En plena jornada electoral, el mandatario brasileño volvió a dar a entender que podría haber irregularidades al secundar la narrativa de Trump de que las únicas elecciones limpias son las que le proporcionarían el triunfo.
El discurso de desconfianza en el proceso
electoral de Brasil ha marcado una campaña electoral con episodios de violencia. Sin ir más lejos, según una encuesta de Datafolha realizada en agosto más del 67% de los votantes expresó tener miedo a ser víctima de agresiones físicas por su afiliación política. Cuando sin fundamento alguno el actual presidente alude a supuestos fraudes electorales, parece querer entonar los cantos de intentona golpista que instigó Trump el 6 de enero de 2021.
Por lo pronto, Lula y Bolsonaro prometen cheques mensuales de más de cien dólares para que la población pueda enfrentar la inflación que también afecta a Brasil. De ganar Lula, se sumaría a la ola de izquierdas que ahora presiden en Latinoamérica Gustavo Petro y Gabriel Boric. Dos políticos muy disímiles que manejan las variantes del populismo. La contienda del próximo 30 de octubre será toda una prueba para la democracia en Brasil.