El cine de terror contra el miedo
Sonará contraintuitivo, pero en una de esas pláticas –usualmente en octubre–en las que los amigos o familias discuten quién ama y quién odia el cine de terror, siempre hay alguien que no puede creer que escenas de persecuciones con machetes o sierras eléctricas provoquen felicidad. En lo personal, siempre he sido más fan del terror psicológico que del sobrenatural y mucho más del slasher, pero fue la misma Jamie Lee Curtis, quien está enloqueciendo a los fans en México con su encanto y gran actitud, en un evento con John Carpenter hace años, quien me dijo la razón por la que piensa que la gente es tan “feliz sufriendo” con el género.
En ese entonces dijo que uno, por más que se metiera en la cinta, sabía que estaba viviendo una ficción que tenía principio y fin. No solo eso, que era una experiencia colectiva en la que los miedos de todos se canalizaban hasta la catarsis. En otras palabras: que se vive la experiencia en grupo, se supera y hasta se llega a la carcajada, que puede aliviar un poco los temores irracionales de lo que estamos viendo en la pantalla.
Ahora, irracionales o no, hay temores que acaban con la película y que podemos dejar resueltos. Cada quien carga su equipaje emocional y esta es una gran forma de soltar el que no nos sirve. Ahora recapacito y pienso en lo que dijo Jamie sobre mi tipo de terror favorito. El psicológico no lo siento tan ficcionado. Creo que sí puedo salir de ver Halloween y dormir tranquila, ya no sé si eso aplique a otro tipo de cintas que antes me gustaban por meterse con la psique humana. Esa oscuridad no se queda en el cine.