1.5 grados centígrados
Durante miles y miles de años, la temperatura del planeta permaneció estable en un promedio de 15 grados centígrados. La estabilidad del clima hizo posible la vida como la conocemos. Todos nuestros antepasados vivieron en un mismo clima. Las condiciones que determinan la temperatura del planeta comenzaron a cambiar a principios del siglo XIX, con la Revolución Industrial, y de forma dramática a fines del siglo XX. Sucedieron varias cosas, explican Mario Molina, José Sarukhán y Julia Carabias en su libro El cambio climático. Uno, el crecimiento explosivo de la población en el mundo (menos de mil millones de personas al inicio del siglo XIX, más de siete mil millones al principio del siglo XXI). Dos, el aumento desmesurado en la demanda de energía por habitante, que creció a un ritmo aún más acelerado (si entre 1850 y 1970 la población se multiplicó por tres, la demanda de energía por habitante se multiplicó por 12). Y tres, las características de las tecnologías usadas para generar esa energía, basadas en combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) que generan gases de efecto invernadero en cantidades tan grandes que no pueden ser absorbidas por la naturaleza.
El Acuerdo de París, firmado en 2015, quiso limitar el incremento de la temperatura global a 1.5 grados centígrados. Ahora sabemos que eso no es posible. La temperatura global ha subido ya 1.2 grados respecto a su nivel preindustrial, y llegará a 1.5 grados en el horizonte de esta década. Este debe ser el punto de partida de la COP27 reunida esta semana en Egipto. ¿Qué podemos hacer frente a este escenario, que es catastrófico? Debemos aceptar verdades muy duras, dice The Economist. Una, que cortar las emisiones será mucho más caro de lo estimado y que la inversión en energía limpia deberá triplicarse y concentrarse sobre todo en los países pobres, lo que implica para los ricos una transferencia masiva de recursos. Otra, que tenemos que adaptarnos al cambio climático, pues habrá más inundaciones, sequías, huracanes e incendios, y prepararnos para estas calamidades será de vida o muerte. Finalmente, agrega el semanario, tras admitir que la temperatura seguirá subiendo, y que llegará pronto a niveles peligrosos, deberemos considerar con seriedad medidas más radicales para contenerla, como la geoingeniería solar.
La geoingeniería tiene el objetivo de enfriar al planeta disminuyendo la cantidad de luz solar que llega a la superficie de la Tierra. “El método más discutido para obtener este resultado involucra la difusión de partículas de azufre en la estratósfera para que reflejen al espacio algo de la luz solar que llega al planeta”, explica The Economist. El mundo no tendrá la capacidad de hacer esto antes de 15 años. Y no queda claro quién controlaría este experimento. En todo caso, incluso si es exitoso, crearía la ilusión de resolver el problema, sin hacerlo de verdad, pues no disminuiría el nivel de gases de efecto invernadero. “En el mejor de los casos, la geoingeniería solar solo retrasa el desafío de la eliminación del carbono y, en el peor, lo incrementa enormemente. Pero el hecho de saber que el hito de los 1.5 grados centígrados estará pronto tras de nosotros ha hecho que pensemos en esta idea más seriamente de lo que lo hemos hecho en el pasado”.
La temperatura global ha subido; ¿qué podemos hacer frente a este escenario, que es catastrófico?