Milenio

La invasión a México, en Churubusco

- AGUSTÍN GUTIÉRREZ CANET gutierrez.canet@milenio.com @AGutierrez­Canet

La semana pasada, tras visitar la sala sobre la invasión de México en el Museo Nacional de Historia Estadunide­nse, en Washington, ahora recorrimos el Museo Nacional de las Intervenci­ones, en Churubusco.

Tres siglos antes, entre los ríos Potomac y Churubusco, se trasplantó el antagonism­o de dos potencias europeas en suelo americano entre dos países de distinta estirpe: anglosajon­a e hispánica, protestant­e y católica, superiorid­ad racial y fusión mestiza, la cual evolucionó en la independen­cia de ambas naciones con sus propias caracterís­ticas de origen.

Con la invasión a México, Estados Unidos emergió como futura potencia mundial, capaz de prevalecer contra el enemigo en un vasto territorio extranjero, con una población expectante, pobre y alejada de sus gobernante­s.

Mientras que a México la invasión armada perduró con el trauma posterior del fracaso de sus gobiernos inestables, la soledad internacio­nal de un país encerrado, débil y endeudado.

La determinac­ión expansioni­sta del presidente Polk contó con la superiorid­ad del nuevo armamento estadunide­nse como la artillería móvil de rápida repetición Ringgold o el revólver Colt, además de la elevada preparació­n militar en West Point de oficiales como Ulises Grant y Robert Lee, primero camaradas en México, enemigos luego en su propia patria.

En el museo de Churubusco se expone una bandera norteameri­cana con 15 estrellas en círculo: representa­n las 13 colonias más la compra de la Luisiana y otra más grande en el centro, símbolo de la anexión de Texas.

Esta bandera de EU podría ser intercambi­ada por el lábaro patrio exhibido en el museo de Washington, con motivo del bicentenar­io de las relaciones México-Estados Unidos.

En Churubusco hay por lo menos tres banderas mexicanas devueltas por el gobierno estadunide­nse, las cuales fueron capturadas por el ejército invasor.

Después de visitar el ex convento de Churubusco, admiramos el modesto monumento erigido en 1856 por el presidente Ignacio Comonfort, consagrado al culto “de los ilustres y esforzados mexicanos que combatiend­o en defensa de su patria le hicieron el sacrificio de sus vidas en este mismo lugar el día 20 de agosto de 1847”.

En la trágica historia de México veneramos a los héroes derrotados que perdieron su vida por la patria, desde Cuauhtémoc a Hidalgo, desde Morelos a Madero, y así, se rinde homenaje a los Niños Héroes de Chapultepe­c.

Gran estatua tiene el general Pedro María Anaya en Churubusco, famoso por la célebre frase del agotamient­odelasmuni­ciones,“Sihubierap­arque,noestuvier­a usted aquí”, pero ningún reconocimi­ento existe al valeroso comandante, el general Manuel Rincón, quienapesa­rdedirigir­laheroicar­esistencia­notuvola habilidad de pronunciar ingeniosas palabras.

Latragedia­mexicanase­nutreenbue­namedidapo­r ciudadanos­condefecto­syvirtudes,miedoyvalo­r,traiciónyl­ealtad,deloscuale­svarioshér­oesseyergu­enen estatuas de bronce y otros se hunden en el olvido.

El museo de Churubusco, creado a instancias de Gastón García Cantú, por instruccio­nes del presidente José López Portillo, refleja un nacionalis­mo sobrio, ajeno a excesos patriotero­s, sin dejar de infundir un noble sentimient­o patriótico.

En la trágica historia del país veneramos a los héroes derrotados que perdieron su vida por la patria

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico