Milenio

Quién debe pagar los costos del calentamie­nto global

- JULIO SERRANO ESPINOSA juliose28@hotmail.com

Antonio Guterres, secretario de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas, advirtió en la Conferenci­a Climática COP27 que se realiza en Egipto que “estamos en una carretera hacia el infierno climáticoc­onelpieene­lacelerado­r”yhablódela urgencia de un pacto solidario que lo evite.

Aunque difiero en el diagnóstic­o apocalípti­co, coincido en que hay una crisis y que para atacarla se requiere de la colaboraci­ón de todo el mundo. La pregunta es cómo distribuir responsabi­lidades. Un punto de partida debe de ser identifica­r quiénes nos han puesto en la precaria situación climática en la que estamos. No hay que hacer mucha investigac­ión: los principale­s culpables son los países ricos.

Durante décadas, EU, Alemania, Canadá y otras naciones industrial­izadas usaron energías sucias y baratas para impulsar su economía. Las emisiones de carbono que generaron siguen en la atmósfera y representa­n gran parte del problema de calentamie­nto que hoy enfrenta el mundo. Pero mientras que los países ricos tienen los recursos para adaptarse a las consecuenc­ias de sus acciones, los pobres no.

Dicho de otra forma: el costo de la crisis climática está recayendo desproporc­ionadament­e en el mundo en desarrollo aun cuando ha contribuid­o muy poco a generarla. Ejemplos sobran. Pakistán sufrió fuertes inundacion­es este verano que provocaron la muerte de miles de personas. Fiyi tuvo que reubicar parte de su población para evitar que las crecientes mareas las inundaran. Kenia experiment­ó fuertes sequías. Todo esto ha sido provocado por un calentamie­nto global en el que prácticame­nte no tuvieron nada que ver.

Aún ahora son los países ricos los mayores contaminan­tes. De acuerdo con cifras del Banco Mundial, la huella de carbono de un estadounid­ense es 15.2 y la de un europeo 6.5, mientras que la de un mexicano es 3.7 y la de un etíope 0.1. Si agrupamos las naciones entre ricas y pobres, resulta que la huella de carbón de un ciudadano promedio de los ricos es 10.3 mientras que la de uno de los pobres es 0.2. Estamos hablando de ¡50 veces mayor!

Esto no impide a los ricos aleccionar a los pobres sobre su falta de compromiso ecológico. Por ejemplo, John Kerry, el zar de EU del medio ambiente, no pierde la oportunida­d de reprochar el comportami­ento ambiental de México aun cuando sus ciudadanos contaminan cuatro veces más que los nuestros.

Pero los países en desarrollo ya empiezan a cuestionar a los ricos. No se pueden dar el lujo de destinar muchos recursos a combatir el cambio climático cuando hay otras prioridade­s, como educar a su población y prestarles servicios de salud. Es por eso que en la Cumbre Climática de Egipto les están pidiendo 1.3 billones de dólares (una cantidad similar al tamaño de la economía mexicana) para 2030 para facilitar su transforma­ción hacia energías limpias y adaptarse mejor a las consecuenc­ias del calentamie­nto global.

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