The Whale y Brendan

Muchas veces se empieza a hablar de la actuación de alguien en el circuito de festivales que inicia en Venecia o Sundance, y así inician los comentarios de lo gloriosa que puede llegar a ser una actuación, y que seguro estaremos viendo esas maravillosas producciones en las ceremonias. A veces nos volvemos un poco cínicos los que nos dedicamos a escribir de cine, y hablamos de dos cosas: la verdadera calidad o impacto de lo que se presentó y sobre la política del medio; muchas veces ese es el peor error, si no como críticos de cine, definitivamente como seres humanos sonrientes que solo debes permitirnos dejarnos ir por lo que estamos presenciando.

Voy saliendo de ver The Whale con Brendan Fraiser, de Darren Aronofsky, basada en el texto que era la obra de teatro de Samuel D. Hunter. Quiero solo olvidar todo ese ruido y agradecer las emociones,lasensaciónderedencióndondetodopareciera,yloes,imposible y, sobre todo, un trabajo que habla de encontrar la belleza en las más profundas pérdidas.

Claro, hay un afecto brutal por Brendan Fraiser y fue hermoso saber lo feliz que fue al recibir más de seis minutos de ovación en Venecia, pero el actor que muchos amamos desde que tenemos uso de razón (yo desde los 80, mucho antes de su era de “galán” o de La Momia) tiene algunos paralelos entre lo que él ha vivido en su vida (sin llegara los extremos de la cinta) y el personaje de esta cinta; y esto solo sirve para conmover más. Se nota que es su caso y así lo fue para muchos que lo vimos como película inaugural en el Festival de Cine de Los Cabos. Será el 9 de diciembre cuando debute en la pantalla grande en Mexico y, por favor, vayan sabiendo que es un acto de amor, valor y compromiso. De los cineastas y del público.