La marcha: entre ceja y ceja
Gamés buscaba en su memoria una manifestación más insultada, agraviada, desde el poder. Y ciertamente encontró en sus recuerdos alguna injuriada en tiempos de Díaz Ordaz, Echeverría, gobiernos autoritarios...
Gil ha presenciado el más grande acto de oposición en contra del autoritarismo del gobierno de Liópez Obrador. ¿A qué les supo? Guillermo Valdés propuso en un tuit 640 mil asistentes a la marcha; el secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, entre 10 y 12 mil; desde el centro de monitoreo de la Ciudad de México reportó saldo blanco. Oiga, Batres, ya en serio, ¿no le da vergüenza? Se la prolonga, Martí. Ahora mal sin bien, ¿su jefa le ordenó que hiciera así el ridículo? Qué desalmada. Comuníquenme con Batres. ¿Martí? ¿para cuántos te gusta el numerito de estos hipócritas? Lo que tú digas, Claudia. Ponle unos doce para que no digan que somos avaros. Correcto, jefa, no se diga más.
Mientras un río caudaloso de protesta ante el autoritarismo y en defensa del INE avanzaba sobre avenida Reforma, Gamés buscaba en su memoria una marcha más insultada, agraviada, desde el poder. Y ciertamente encontró en sus recuerdos alguna manifestación injuriada en tiempos de Díaz Ordaz, Echeverría, tal vez López Portillo, gobiernos autoritarios, si alguno. A Gil le haría gracia que el Presidente hablara de los emisarios del pasado, esos mensajeros que pretenden acabar con nuestros valores.
Repasemos las injuriosas calificaciones de Liópez Obrador a quienes en ejercicio de sus derechos, tal y como dijo Woldenberg, marcharon para manifestarse: corruptazos, achichincles, clasistas, racistas. Pues que el Presidente les llame como quiera, pero salieron a las calles a defender al INE y a reclamar el abuso de poder. A estas horas, Gilga no sabe qué dirá mañana monsieur le president, pero se le queman las habas por oírlo: blancos, privilegiados, enemigos del pueblo, incautos engañados por la derecha, aspiracionistas, y así. Será el sereno, pero la marcha no se la quita ni Dios padre al Presidente de entre ceja y ceja.
Coherencia
El discurso de Woldenberg: categórico, sin concesiones, ordenado, contenido, inteligente. Comparado con las alocuciones desaforadas, ofensivas e injuriosas, puesto frente a discursos vergonzosos, arrastrados y sin sentido de los súbditos del Presidente, las palabras de Woldenberg le han devuelto dignidad a la plaza pública. Sencillo y directo: “El problema mayúsculo, el que nos ha traído aquí, el que nos obliga a salir a las calles, el que se encuentra en el centro de la atención pública, es que buena parte de lo edificado se quiere destruir desde el gobierno. Es necesario insistir en eso porque significa no sólo una agresión a las instituciones existentes sino a la posibilidad de procesar nuestra vida política en un formato democrático (…) El día de hoy refrendamos nuestro profundo compromiso con la democracia y por ello defendemos un sistema electoral que nos cobija a todos y que permita la coexistencia de la diversidad y las sustitución de los gobiernos por vías pacíficas y participativas. Ese es el México que queremos: un México para todos, un México cuya diversidad cuente con un formato para su convivencia y competencia”.
Gilga cavila. Los tres chiflados son dos: Pablo Gómez. Él ha puesto todo su intelecto (es un decir, muy decir) para destruir al INE. Así se lo pidió el Presidente y él sí sabe cumplir. Muchos han creído que Gómez es un líder histórico del 68, ahora se sabe que es un líder prehistórico. Del otro autor de la contrarreforma, del falto (así, falto) Horacio Duarte, ni qué decir.
Sheinbaum
Por cierto, un día antes de que ocurriera la marcha, la jefa de Gobierno fue invitada inopinadamente a dar una conferencia magistral en Tlaxcala. La verdad, muy bien la forma y el doble fondo de la maleta. No se ocupen en actos burdamente políticos, no, den conferencias. Adán Augusto da la profunda plática de cuando Tabasco era un edén; Bartlett chu-chu-chu, gran intervención conceptuosa sobre la electricidad ante un público que abarrota la sala y así con quien usted quiera y mande, Ebrard, por ejemplo, ya despintado de la calaca tilica y flaca.
La precandidata no se muerde la lengua y afirma que “no puede haber institutos electorales que cuesten 20 mil millones de pesos (…) No tiene sentido ser funcionario si no usamos el poder para ponerlo al servicio de la gente, la gente nos dio un encargo en un puesto público, no nos dio un encargo para encumbrarnos o perpetuarnos, no”.
La jefa de Gobierno tiene un problema, y de los grandes: ya perdió la mitad de la ciudad en las elecciones; este domingo ha confirmado que los ciudadanos se oponen a su gobierno. No son las mejores noticias para una precandidata. ¿Cómo la ven?
Todoesmuyraro,caracho,comodiríaPaul Auster: “Para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión”.
El discurso de Woldenberg: categórico, sin concesiones, ordenado, inteligente
Gil s’en va