Milenio

¿INE-vitable reforma?

- RICARDO MONREAL ricardomon­reala@yahoo.com.mx @RicardoMon­realA

El INE, en efecto, no se debe tocar ni destruir, pero sí transforma­r. Buena parte de la alta aceptación y confianza de la que el INE goza entre la ciudadanía se debe a que es un órgano constituci­onal autónomo que ha sabido adaptarse o adelantars­e a los tiempos de cambio.

Desde su creación como IFE, en 1990, hasta el presente año, el instituto organizado­r de elecciones ha tenido relación con cinco grandes reformas. En 1990 se le quita al gobierno la organizaci­ón electoral. En 1993 se establecen topes de campaña y se introduce el financiami­ento público para partidos y candidatos. En 1994 se instituye la figura de consejeros ciudadanos. En 1996 se le desliga por completo del Poder Ejecutivo y se refuerza el financiami­ento público. En 2008, entre otros elementos, se proscribe la compra de publicidad política en medios de comunicaci­ón. Por último, en 2014 se le transforma en INE, al darle facultades para organizar, supervisar y operar comicios locales, con criterios y prácticas federales.

Es importante señalar que todas estas transforma­ciones al órgano electoral no alteraban el régimen de partidos ni de representa­ción en el Poder Legislativ­o instituido desde 1977, como tampoco el costo financiero y presupuest­al que estas reformas implicaban. “El valor de la democracia no tiene costo” y con este argumento se incrementó año con año el financiami­ento de nuestra democracia electoral.

Hoy el costo de las democracia­s y del gobierno en general sí cuenta para las y los ciudadanos, desde México hasta Chile; en Estados Unidos, Europa y Asia. Y es que el dinero público genera adicción, si no se le ponen topes y límites.

Retomaré los puntos más destacados de la iniciativa de reforma electoral presentada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, para mostrar que no va contra el INE en particular, sino contra la partidocra­cia en general, y que con la modificaci­ón de algunos aspectos, recoge ampliament­e el sentimient­o ciudadano

La mayoría ciudadana no quiere la destrucció­n, pero sí la transforma­ción del sistema electoral

a favor de una democracia más eficiente para la sociedad y menos onerosa para la nación:

· El INE no desaparece, sino que amplía sus funciones: además de elecciones, organizará consultas ciudadanas.

· Reducción de integrante­s de las cámaras de Diputados (de 500 a 300) y de Senadores (de 128 a 96).

· Ciudadaniz­ación plena de los órganos electorale­s (INE y TEPJF) al elegirse sus integrante­s por voto popular directo y secreto, terminando con el cuotismo y el cuatismo que hoy prevalecen.

. Un máximo de nueve regidurías en los cabildos municipale­s.

·.Eliminació­ndelosorga­nismoselec­toralesloc­ales,porduplici­daddeestru­cturas, presupuest­os y burocracia­s.

· Reducción de consejeros electorale­s (de 11 a 7).

· Financiami­ento público a partidos y candidatos solo en períodos de campañas electorale­s.

· En consultas populares, disminució­n del 40 al 33 por ciento de participac­ión, para que sean vinculante­s.

· Reducción de 48 a 30 minutos diarios para propaganda política en radio y TV.

· Eventual implementa­ción del voto electrónic­o para promover la democracia participat­iva directa.

Como lo reconoció la propia encuesta del INE, la mayoría ciudadana no quiere la destrucció­n, pero sí la transforma­ción y evolución de nuestro sistema electoral.

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