Politiquero por naturaleza
Contaba mi profesor Fernando Benítez, creador de los suplementos culturales y reportero formidable, que alguna vez le propusieron escribir una novela, pero aun con su trayectoria en el ámbito de las artes y su diaria convivencia con autores, cuando lo intentó todo acabó, por supuesto, en un reportaje, que era lo suyo.
Hay personajes así. Es su naturaleza. No pueden evitarlo, como aquel forajido interpretado por Christoph Waltz en el filme Django Unchained (Tarantino, 2012), que debe disparar al esclavista retratado por Leonardo DiCaprio cuando habían cerrado un trato aun si esa acción le pudiera costar la vida. “No puedo evitarlo”, exclama orgulloso antes de caer abatido por los demás pistoleros.
Al Presidente le sucede lo mismo. Lo suyo, lo suyo, es la propaganda, la campaña, las matracas, las marchas, los mítines, la descalificación. Se entusiasma cada mañana con el guion que comenzó a preparar después de la hora de la comida un día antes y lo echa a andar con singular puntualidad. Muchos colegas aplauden este formato de “rendición de cuentas”, las mañaneras, conferencias que poco responden a esa virtud y mucho tienen de ofensa.
Las incendiarias diatribas de Demóstenes, yendo dos mil 300 años al pasado, eran conocidas como “filípicas”, porque su destinatario era el
Un vistazo a los temas de sus mañaneras no deja lugar a equívocos
monarca macedonio Filipo II, padre de Alejandro Magno. Como el antiguo orador tartamudo, hoy el mandatario aprovecha el estrado autoimpuesto para lanzar discursos flamígeros contra sus adversarios, entre ellos, por supuesto, Felipe Calderón, su “villano favorito”, para usar aquella expresión de Carlos Salinas.
Un vistazo a los temas centrales de sus mañaneras de esta semana no deja lugar a equívocos. Claro, el tema del lunes no podía ser otro que la marcha, por lo demás uno de sus predilectos, que cuando no se trata de una organizada por él llega a descomponerlo ante el atril. Reforma electoral, consejeros, conservadores, oligarcas, contramarcha, clasemedieros, toda una galería de conceptos del diccionario personal del mandatario, sumamente limitado, por cierto, que dispara a la menor provocación, pero que cuando recibe de vuelta solo caben en el librito: “eso es politiquería”. Como si lo suyo fuera otra cosa.