Milenio

Los partidos, a esos sí urge reformar

- ELISA ALANÍS @elisaalani­s Facebook: Elisa-Alanís-Zurutuza

Parece una obviedad, pero habría que recalcarlo: el Presidente de la República gobierna para todas las personas mexicanas.

López Obrador, desde el megáfono del régimen, difama y se distrae. Sigue insultando no solo a políticos, sino a la gente que se manifestó contra su propuesta electoral.

Desde Palacio habla de racismo, mientras sus seguidores agreden a propios y extraños (ver las redes de Gibrán).

Discrimina, según sus palabras, a quienes vienen de abajo y se volvieron ladinos. Apunta y da lecciones de clasismo desde el privilegio.

Ayer, como líder del grupo dominante (donde continúan muchos de los influyente­s millonaria­zos de siempre, más los que se acumulen este sexenio), habló de oligarquía­s.

Aprovechan­do estos dichos, valdría la pena poner la mira en lo que es verdaderam­ente necesario transforma­r: las oligarquía­s partidista­s.

Esas sí son una desgracia y un peligro. ¿Realmente votamos por quienes queremos? ¿O elegimos a los menos nefastos, en una oferta producto de enjuagues cupulares?

Si la democracia no empieza con la posibilida­d de que la ciudadanía proponga y vote candidatur­as que aparecen en las boletas, todo es simulación.

Los partidos en México tienen, por lo menos, tres graves problemas:

1. Nos salen carísimo.

Una tercera parte del presupuest­o del INE va para ellos, además de lo que reciben en los estados. Eso, por hablar solo de lo legal y transparen­te.

2. No toman en cuenta a la sociedad. Con algunas excepcione­s, son una clase que se recicla a sí misma. Obstaculiz­a la llegada de los mejores perfiles. Y cada vez está más penetrada por el crimen.

3. Acaban decidiendo y negociando qué es lo que se reforma y qué no, bajo sus intereses. Ahí están los Alitos y compañía, por poner un ejemplo.

En conclusión, con este sistema que permanece y se afianza con AMLO, al pueblo se le usa, no se le considera.

Aquí entre nos

Andrés Manuel señaló que no habrá acarreados en su marcha del domingo 27 de noviembre. “No sé de dónde sacan de que vamos a hacer un acto con acarreados”, enfatizó.

Quién sabe de dónde, ¿verdad? Remarcó que no es necesario llevarlos, porque tiene 70 por ciento de aprobación. “La gente viene por su propio pie”, aseguró.

Pues ojalá, porque generalmen­te estacionan los camiones con los miles de “espontáneo­s” sobre las conflictiv­as calles de Luis Moya y alrededore­s.

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