Guerras, hambrunas, sequías… Y el Mundial
Un distractor, dicen. O sea, que nos ponen un Mundial delante y se diluye la entelequia de la 4T, las almas sensibles se olvidan de las atrocidades perpetradas por los rusos en Ucrania, se encapsula el tiempo en los confinados espacios de una cancha, se enfervoriza el patrioterismo por encima de cualquier posible ideología, en fin, la vida se detiene y los individuos de nuestra especie no responden ya a las conductas instintivas de siempre.
Uno pensaría que el término “distractor” se refiere a la deliberada y calculada implementación de una estrategia para desviar la atención del pueblo y, justamente, distraerlo con el circo luego de haberle repartido algo de pan. Pero, miren, doña FIFA no tiene tan oscuros designios sino que anda en lo suyo nada más, sin otras consideraciones ni propósitos que el de organizar un supremo espectáculo y agenciarse supremas cantidades de dinero. Junto con los sponsors, desde luego.
Y, pues eso está muy bien, más allá de que en las negociaciones para endosarle a un país la construcción de estadios que prácticamente nunca se van a volver a utilizar se pasen por alto asuntos como los derechos humanos o el choque de Occidente con una cultura de usos medievales. El dinero mueve al mundo y al mundo lo mueve el Mundial.
Así las cosas, hemos visto una ceremonia inaugural lo
Volveremos en un mes a la normalidad y ya será asunto, ahí, de ponernos a contar las víctimas
debidamente fastuosa, con todo y un Morgan Freeman entonando la sensiblera palabrería que le dictaron los guionistas contratados en Hollywood por los empleados del emir. En lo que toca, justamente, al supremo monarca qatarí,no se le entendió ni medio vocablo de su discurso por haberlo pronunciado en árabe moderno normativo y por no ser nosotros habitantes de Musulmania sino naturales de Estados Unidos Mexicanos, un país en el que se hablan el castellano, el náhuatl, el tzeltal, el tzotzil, el tojolabal y otras tres docenas de lenguas.Nada, entonces, de sacar a la luz el tema de las mujeres y las minorías en el emirato y mucho, por el contrario, de que los humanos nos unimos solidariamente, sin fronteras ni diferencias, cuando se celebran esas superlativas competiciones deportivas.
Olvidémonos pues de los desconsuelos del mundo y disfrutemos. En un mes volveremos a la normalidad y ya será asunto, ahí, de ponernos a contar las víctimas.