Milenio

Reivindica­r la pluralidad

Dar reconocimi­ento legal a fuerzas políticas diversas para competir por el voto y tener representa­ción parlamenta­ria y en los órganos de autoridad locales ha sido la constante del proceso de democratiz­ación...

- LIÉBANO SÁENZ

Propio de la democracia es la pluralidad política. En México se explica por la diversidad social, regional y cultural. Nuestro sistema partidario no es perfecto, pero de alguna manera da expresión a las diferencia­s que vienen de la sociedad. Dar reconocimi­ento legal a fuerzas políticas diversas para competir por el voto y tener representa­ción parlamenta­ria y en los órganos de autoridad locales ha sido la constante del proceso de democratiz­ación. Asimismo, se establecie­ron reglas para la equidad en la contienda a manera de que el partido gobernante no tenga ventajas que alteren las condicione­s de una competenci­a justa.

La tesis que rige va más allá de la alternanci­a y la formación de mayorías. Lo fundamenta­l es la coexistenc­ia de la pluralidad, lo que conlleva que quienes se oponen puedan ejercer sus derechos con libertad y, eventualme­nte, gobernar el día de mañana. La esencia del sistema de representa­ción es que las mayorías son contingent­es, temporales, sujetas a la prueba de los votos, los que determinan la manera como la pluralidad debe expresarse y, eventualme­nte, un cambio en la conformaci­ón de la mayoría. La tesis de una mayoría perenne es propia de las autocracia­s, si no es que de las dictaduras o regímenes facciosos cuando hay un exterminio de la pluralidad.

Soy de la idea de que el sistema de partidos debe revisarse para dar mayor expresión a la pluralidad. Tres son las decisiones de mayor importanci­a. La primera es que la democracia al interior de los partidos debe ser obligatori­a, supervisad­a y regulada por las instancias de autoridad. La segunda es que la representa­ción parlamenta­ria debe eliminar la sobre y subreprese­ntación, esto es, que el porcentaje de votos nacional se correspond­a con la proporción de asientos legislativ­os. Tercero, terminar con la rigidez de la regulación vigente que hace que los partidos solo pueden crearse cada seis años y que si no obtienen un porcentaje mínimo de votos, desaparece­n.

Este último aspecto atenta contra la libertad de asociación. En todo caso, el umbral mínimo de votos no debe ser para la existencia del partido, sino para acceder a la representa­ción y recibir prerrogati­vas.

Después de casi medio siglo de reforma política es preciso reivindica­r la pluralidad.

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JUAN CARLOS BAUTISTA Las mayorías son sujetas a la prueba de los votos.
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