Marcha de Estado, con fin de gobierno
Confieso que la movilización de Estado cumplida ayer en la Ciudad de México, en servicio y adulación del Presidente, quedó por debajo de lo que yo esperaba.
Creí que podrían convocar más, acarrear más y ofrecer un espectáculo de masas administradas como no habíamos visto en el país.
No fue el caso. Si la memoria no me engaña, en sus buenos tiempos, fuera del gobierno, López Obrador pudo convocar marchas parecidas en tamaño pero más potentes y genuinas en espontaneidad y en entusiasmo.
En la multitud de ayer había algo de la molestiasordaquequedadelamanipulación del acarreo, las consignas de asistencia obligatoria, la amenaza de sanciones salarialesoclientelares,ylaobscenacortesaníadelossupuestosmásaltosservidores delanación:miembrosdelgabinete,legisladores,gobernadores,precandidatos.
El gobierno está en su fase final y no hay cómodisfrazarqueloestá.
No es posible contar la historia,comoquisohacer el Presidente, de logros que no se obtuvieron, de compromisos que no se cumplieron,detransformacionesquesequedaron endesmantelamientosydestrucciones.
Las promesas del sexenio fueron claras y grandes: terminar con la corrupción, terminar con la violencia, reducir la desigualdad y la pobreza, crecer al 4 y al 6 por ciento, regresar al Ejército a los cuarteles, tener un sistema de salud como el de Noruega o Finlandia, o por allá.
Nada de eso existe hoy. Más bien lo contrario:
La corrupción manchó a mucha gente, incluyendo a familiares y colaboradores del Presidente, y a él mismo, como Rey del Cash.
La pobreza y la desigualdad aumentaron. La violencia es mayor y más impune que nunca.
El gobierno civil militarizó espacios fundamentales.
Está en su fase final y no hay cómo disfrazar que lo está
Los muertos mexicanos de la pandemia se cuentan entre los más altos del mundo, al tiempo que cincuenta millones de mexicanos perdieron la protección delSeguroPopular.
Lascosasporservirseacaban,losgobiernos tienen plazos, cosechan lo que siembran. Los logros son imposibles de inventar, y no hay nómina que pague la espontaneidadnielentusiasmoporlonorealizado.
Este va siendo el saldo de la llamada Cuarta Transformación: nada marchó de acuerdo a lo prometido.
Tampoco, creo, la marcha de ayer.