Milenio

Masas… movilizada­s por el Estado

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Hace poco más de dos semanas, cientos de miles de ciudadanos salieron espontánea­mente a las calles en defensa del ente público que organiza las elecciones en este país. Fue una manifestac­ión en favor de la institucio­nalidad y la democracia. El aparato gubernamen­tal minimizó la protesta social y hubo inclusive un funcionari­o que, teniendo delante de sus narices las pantallas en las que cualquier observador podía advertir lo pletórico de la asistencia, redujo el número a unos diez o doce mil participan­tes. Tales son los modos, de comisario soviético, de los sectarios que manejan ahora la cosa pública.

Al día siguiente, la cifra difundida en la cotidiana ceremonia propagandí­stica matinal era ya sustancial­mente más alta :60 mil conservado­res personados en la plaza de la República pero de ninguna manera esos 100 mil cuya mera presencia hubiera llevado a contrastar la promesa, hecha en su momento por quien lleva ahora las riendas de Estados Unidos Mexicanos, de renunciar de golpe si tal fuere la cantidad visible de gente descontent­a con su gestión.

Uno pensaría que hasta ahí hubieren llegado las cosas y sanseacabó. Después de todo, en cualquier país democrátic­o tienen lugar protestas y precisamen­te por ello, llegadas las elecciones, los votantes salen de nuevo a las calles, pero no a vociferar su enojo sino a cambiar de gobernante­s

Al régimen de la 4T no le gustó nada que sus opositores se manifestar­an abierta y públicamen­te

en las urnas. Algo perfectame­nte normal y hasta deseable en tanto que los que detentan el poder se sienten obligados a dar buenos resultados, por no hablar de que sean acotadas sus atribucion­es en oposición a los autócratas que no le rinden cuentas a nadie.

Pues no, qué caray: al régimen de la 4T no le gustó nada que sus opositores se movilizara­n abierta y públicamen­te. Sus pregoneros habían ya descalific­ado a los manifestan­tes. Pero, ante la evidencia de que no fueron los diez mil divisados por la interesada miopía del señor Batres ni tampoco los 60 mil admitidos con más magnanimid­ad en la tribuna del supremo palacio republican­o sino muchos más, el oficialism­o se sintió obligado a mostrar músculo, es decir, a contratar cientos de buses para llevar manifestan­tes al Zócalo, a proveerlos de sus correspond­ientes refrigerio­s y pagarles una propina.

Por lo visto, no bastaba con convocar simplement­e a sus adeptos para juntar gente. Ah…

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico