Los restos del naufragio de Cs
La agonía del partido de Arrimadas activa al PP, que se lanza a por los últimos de Filipinas del electorado ‘naranja’: «Necesitamos que termine de morir»
A Alberto Núñez Feijóo no le basta con contemplar desde la colina Palatina el hundimiento de Ciudadanos mientras toca la lira. Necesita arramplar con los restos del naufragio y, sobre todo, con esa bolsa fértil de votos –más de un millón– que se fueron a la abstención después de que Albert Rivera se jugase todo su caudal político a la ruleta de las encuestas, en aquel verano definitivo de 2019. La endeblez terminal de los naranjas deja a Inés Arrimadas arrinconada entre la irrelevancia y el harakiri utilitarista contra Pedro Sánchez. Una de dos. Porque, al final, los movimientos para «refundar» el partido no son más que la metadona mental y nostálgica de quienes creyeron liderar un proyecto de gobierno y no el espacio de herraje entre el centroderecha y los maximalismos del centro. Arrimadas, «puesto ya el pie en el estribo», ha lidiado estos días ardides internos –no sólo de Edmundo Bal– y ha optado por la huida hacia adelante de la bicefalia peneuvista: un presidente del partido y una candidata a las elecciones (ella). Ése es el modelo que llevará al congreso refundacional que se celebrará en Madrid del 13 al 15 de enero de 2023. Y que tiene como principal motivación la supervivencia bajo el manido «foco» de la conversación mediática, en busca de un efecto arrastre que salve al partido de la inanición en las urnas. Esa estrategia funcionó cuando Cs surfeaba por arriba la ola del multipartidismo, pero repetirla ahora evoca más bien una sesión de espiritismo. Lejos queda ya España Suma. De la oferta en igualdad de condiciones que le hizo a Rivera Pablo Casado, renunciando a tres décadas de siglas, el PP ha pasado a la opa hostil, primero, al abrazo del oso, después, y al coche escoba, ahora. Porque lo que quiere Feijóo es ir engulliendo pacientemente hasta al
Para el PP, no pueden quedar «restos» de Cs, porque benefician «al sanchismo»
último de esos votantes descontentos con Sánchez, para aumentar así sus opciones de desalojarlo de La Moncloa. «Necesitamos que Ciudadanos termine de morir», resumen fuentes de Génova a este diario. Para el PP, no pueden quedar «restos» de Cs, porque esa pequeña cuota «del 1% al 3%» que le otorga el consenso de las encuestas perjudicaría directamente a Feijóo y al resto de candidatos populares, por culpa del tal Victor d’Hondt, que fue quien inventó nuestro sistema de reparto de escaños. «Cs es una de las bazas que tiene el sanchismo para sobrevivir en muchas comunidades autónomas, por su pequeño porcentaje de votos, que no se va a traducir en ningún diputado pero que nos quita a nosotros y dificulta los restos». Los «restos», en este caso, son los últimos diputados de cada circunscripción, que a veces bailan por uno o dos puntos porcentuales, o incluso menos. Así que si una porción de Cs se decantase por el voto «refugio» al PP, Feijóo se embolsaría un plus, sobre todo en las 28 provincias que reparten seis o menos escaños en el Congreso, donde la división del electorado perjudica más a los partidos hegemónicos. «Sí, es verdad, necesitamos que Ciudadanos deje de existir para maximizar los resultados y no perder los restos de cada provincia», sintetiza un barón de gobierno en conversación con este diario. «Por ejemplo, en la Comunidad Valenciana tendrían un 3% y cero escaños, mientras que, si esos votos van al PP mayoritariamente, garantizarían que no gobernase la izquierda». «Eso sí», avisa, «el votante recalcitrante no volverá nunca». En Génova lo tienen claro: «Todos los votos de Ciudadanos van a la basura. Todos». «También los de Madrid», donde los augures del PP ventean que Begoña Villacís quedaría fuera del Ayuntamiento, sin concejales, a pesar de la pujanza de su «marca personal». «Y va a haber también circunscripciones en las que Vox no saque representación y perjudique al PP», en el ámbito nacional, valora un dirigente popular. «Se van a perder muchos votos si no hay un cambio» de esa tendencia demoscópica de aquí a mayo, fecha en la que se celebran las elecciones locales y autonómicas. El primer asalto de esta estrategia de Feijóo contra Cs se produjo en plena polémica de la ley del sólo sí es sí. El líder del PP aseguró que «todos los partidos que votaron sí a la ley son los responsables de las chapuza legal que están sufriendo las mujeres en España». Y esto incluye también a los naranjas, que apoyaron la norma con Edmundo Bal al frente de las negociaciones. De manera que el PP se ha activado, pero no tanto para seducir a Cs como para empujarlo un pasito más hacia el precipicio. Feijóo no tocará la lira mientras contempla las llamas, como cuenta Suetonio que hizo Nerón. O sí. Quién sabe.