Dónde meter el odio
Bill Maher, el comediante que tantos dolores de cabeza le ha causado a los miembros del Partido Republicano, y más recientemente al que suele defender, el Demócrata lleva muchos años diciendo algo muy importante.
“Puedes odiar a Donald Trump con todo tu alma, pero no puedes odiar a todos los que lo aman”. No quiero decir que Maher sea inocente o amable cuando lo menciona, y créanme a los que lo consideraban un incondicional aliado de ese lado les retuerce escucharlo, pero las personas de buenas conciencias es lo único que podemos hacer cuando en la política se quiere usar nuestras filias y fobias para ponernos a unos contra otros.
Cito al políticamente incorrecto Maher y me lo traigo a casa en este momento en el que de verdad pareciera que estamos buscando nuestro búnker para ver quién odia más al del otro lado, sea quien sea.
Claramente hay muchos corruptos, malintencionados, quienes se han querido convencer a sí mismos de cosas inauditas y cinismo.
Eso lo debemos encarar con argumentos y sí, defendiendo a las instituciones. Pero quienes mandan a prender la mecha de la violencia no son la mayoría de la gente y, como grupos de personas, no hay “buenos o malos” aquí.
No es un cuento de hadas sin matices. Hablo de los individuos, no de los que acaparan todo a la mala. Antes y ahora. Nos quieren separados. ¿Por qué lo estamos haciendo tan fácil? ¿Podríamos seguir levantando la voz contra la injusticia sin odiar en el proceso?
El odio es una horrible carga para quien lo siente, no para quien en teoría lo está recibiendo. Usualmente aquellos que de verdad lo merecen, no solo son inmunes a él, se regocijan en haberlo provocado.