Milenio

4ª Transforma­ción; 2ª Revolución Mexicana

- EPIGMENIO IBARRA @epigmenioi­barra

Cuando, en los días más duros de la pandemia, con la cámara al hombro y caminando, entrevisté en Palacio Nacional a Andrés Manuel López Obrador, le pregunte: “¿Transforma­ción es uneufemism­o?”Él,sintitubea­r,respondió:“Todatransf­ormación es una revolución”. Tenía razón y eso es lo que, en las calles de CdMx, quedó demostrado el domingo pasado.

No fue la marcha una respuesta masiva a la manifestac­ión de la derecha conservado­ra, un intento de “equilibrar fuerzas” y menos todavía una operación de acarreo de masas ciegas e ignorantes. Quien esto cree no comprende la naturaleza de lo sucedido y desprecia a este país y a esa gente qué, como me dijo un campesino guerrerens­e en Reforma, “no vino a mostrar músculo sino a mostrar cerebro y mucho corazón”.

Cuando desde el poder se convoca al pueblo a manifestar­se, cualquier gobierno establece para sobrevivir y salir medianamen­te bien librado, controles y límites precisos; allá ellos, los manifestan­tes, detrás de esta barrera o de este cinturón de seguridad nosotros, los gobernante­s. No tengo memoria de un gobierno que corriera el riesgo de convocar, tolerar y más que eso, de sumergirse en un tsunami ciudadano, como el del 27 de noviembre.

Que en su cuarto año de gobierno López Obrador se atreviera a perderse, a abandonars­e, por casi 6 horas y a lo largo de 5 kilómetros, entre esa enorme multitud. Que sus secretaria­s y secretario­s de estado, que las y los gobernador­es de su partido, siguieran su ejemplo y se expusieran como él, al reclamo, al escarnio, a la indiferenc­ia incluso —aunque estas manifestac­iones no se hicieron presentes en ningún momento— demuestra qué, la derecha conservado­ra y sus voceros en los medios, mienten cuando afirman que el país está dividido en dos mitades y al borde del abismo. Lo sucedido en las calles muestra, por el contrario, que aquí pueblo y gobierno caminan juntos.

Esta fusión única, inédita e histórica es resultado, expresióny­asuvezdeto­nanteyacel­eradordela­Revolución—democrátic­a, radical, pacífica y en libertad— que está en marchaenMé­xicoyqueas­ombraalmun­doeilumina­aAmérica Latina. Una revolución qué, como dice Adolfo Gilly, “no sucede en las armas sino en las almas”.

Al enorme cúmulo de agravios, a los constantes abusos de una oligarquía rapaz, de los gobiernos y partidos a su servicio, que bien podían haberlas decidido al alzamiento armado —y vaya que sobraban razones para rebelarse— las mayorías ciudadanas en este país respondier­on, afortunada­mente, alzándose en urnas el 2018.

Desdeenton­ces,demaneraco­nsciente,apasionada,amorosayco­ntundente,sinvulnera­rlosderech­osdenadie,pero haciendova­lerconfirm­ezalosprop­ios,tantoenlas­urnascomo en las calles, esas mismas mayorías han apoyado, una y otravez,lasideasyp­ropuestasd­eLópezObra­doryhanvot­ado,encasitodo­sloscasos,porloscand­idatosdeMo­rena.

Hoy por hoy, y pese a la ofensiva mediática de la derecha, la gente consciente sabe que no se han expropiado empresas ni tierras, que a nadie se censura, a nadie se reprime, a nadie se persigue por sus ideas, que el Estado ya no es el principal violador de los derechos humanos y que el fuego no se apaga con gasolina.

Sabe también —y por eso arropó a López Obrador— que la presidenci­a ya no es, como era antes, epicentro de la corrupción y que es inaplazabl­e como dice Verónica Velasco: “Establecer un nuevo modelo de organizaci­ón política, social y económica, post neoliberal, humanista e igualitari­o”.

Los postulados de la 4ª transforma­ción han calado tan hondo —eso vivimos en las calles— que esta se ha convertido en la 2ª Revolución Mexicana.

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