Aplazamiento inquietante de la reforma electoral
No es una buena noticia que se haya aplazado para 2023 el debate sobre la reforma político-electoral. La trampa es evidente: hoy el oficialismo no tiene nada que negociar con las oposiciones, pero en abril próximo la baraja de intercambio sería otra.
En esa fecha se renovarán cuatro asientos del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, nombramientos que requieren mayoría calificada, es decir que necesitan al menos dos tercios de la Cámara de Diputados. (Solamente si hay consenso entre el partido gobernante y las oposiciones se pueden alcanzar los votos necesarios).
Ante este escenario no es difícil imaginar una negociación que enrede arriesgadamente los dos temas: consejerías a cambio de la reforma.
En efecto, la negociación sobre las cuatro posiciones pendientes podría no ser a favor de tal o cual candidatura, sino por algo, cabe temer, que es mucho más grave.
Ya respecto a otras instituciones el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó la decisión de dejar diezmados a sus respectivos órganos de dirección. Sirva como ejemplo la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), que desde septiembre del año pasado no tiene titular porque el Ejecutivo se puso en huelga respecto a la obligación de proponer al Congreso candidaturas de las comisionadas o comisionados faltantes.
La arbitrariedad a este respecto es tanta que, el lunes pasado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dio la orden al primer mandatario para que, antes de treinta días, haga sus propuestas con el objeto de resolver las vacantes pendientes, ya que la circunstancia actual ha vuelto inoperante a la Cofece.
Es impredecible lo que podría suceder si López Obrador desacata esta orden, cuestión que, sin embargo, es posible, sobre todo si le sirve de precedente para hacer igual con las cuatro consejerías del INE, las cuales tendrían que ser resueltas al mismo tiempo en que se planea discutir la reforma político-electoral.
Zoom: la negociación preocupante es una donde Morena, a cambio de no dejar parcialmente acéfalo al INE — en pleno proceso electoral de Coahuila y Estado de México—, fuerce a las oposiciones para conseguir consenso alrededor de los puntos de la reforma política que más le importan al Presidente.
Sirva como ejemplo la Cofece, que todavía no tiene titular