El imperio contraataca
La marcha de López Obrador del pasado domingo debe servir de recordatorio para la oposición del enorme reto que tiene por delante para sacar a Morena del poder en 2024 y confirmar que la única manera que tiene chance (aunque sea remoto) de ganar es manteniéndose unida.
Hay quienes califican la marcha como un berrinche del Presidente en respuesta a la exitosa marcha ciudadana del pasado 13 de noviembre para defender al INE. Puede ser. Pero esto no le resta importancia. Sacar a un millón 200 mil personas a las calles de la CdMx (cifra de Sheinbaum) es una muestra del poderío de López Obrador. Quizá la cifra esté exagerada, aunque no creo que por mucho. No puedo pensar en una movilización reciente más concurrida.
La oposición minimiza la marcha argumentando que buena parte de los participantes eran acarreados y que fue un acto de Estado que le costó al erario cientos de millones de pesos. Me parece un error este razonamiento. No porque no hubo acarreados o porque no se aprovechó la estructura del gobierno (es evidente que sí), sino porque estos factores son irrelevantes en el sentido más importante: la capacidad de Morena de generar votos.
A la hora de las elecciones, lo más probable es que la enorme mayoría de la gente que salió a marchar el pasado domingo —hayan sido acarreados o no— va a apoyar al candidato (o candidata) que designe López Obrador. Algunos lo harán por convicción. Otros por la misma razón por la que estuvieron dispuestos a ser acarreados. Pero en ambos casos se traducirán en votos efectivos para Morena.
Otro argumento de la oposición es que los candidatos a la presidencia de Morena (las famosas corcholatas) no tienen el mismo carisma que López Obrador, por lo que la nutrida participación en la marcha no es transferible en las próximas elecciones presidenciales. Difiero. De nuevo, no en la premisa, sino en la conclusión. Es cierto que ninguna de las corcholatas tiene el magnetismo del Presidente. Pero quien sea el o la elegido(a) contará con todo su apoyo. López Obrador usará su enorme capital político y todos los recursos del Estado a su disposición para asegurarse que su proyecto de nación continúe.
No coincido tampoco con quienes sostienen que el futuro de México se determinará en las calles y que, por lo tanto, la oposición se debe poner al tú por tú con López Obrador. Esto sería un error. Es meterse con Sansón a las patadas. Sin embargo, esto no quita que puedan marchar de manera efectiva.
En este espacio escribí hace un par de semanas que la marcha que realizó la oposición en apoyo al INE fue un éxito. Puso en la mira de la población la reforma electoral del Presidente y ejerció presión a los legisladores para no aprobarla. Pero su mayor logro fue revivir la esperanza (aunque sea reducida) de que la oposición pueda ganar en 2024 si se mantiene unida. Tras la contramarcha del domingo, la necesidad de ir juntos a la elección debe ser inobjetable.