Cuando los libros asustan

Vuelo rumbo a Guadalajara en este momento con la emoción que siempre me causa visitar su siempre viva y plena Feria del libro, en la que las cosas se dicen fuerte, los textos son venerados y cuestionados y los “intelectuales” demuestran que son los que más saben de celebrar con buen tequila.

Vuelo hacia allá y recuerdo hace 10 años cómo Enrique Peña Nieto tuvo la temeridad de pararse por ahí, sin poder nombrar sus tres libros favoritos, causando por cierto que muchos autores vieran canceladas sus subsecuentes presentaciones por el escándalo.

Esta vez no hay candidato tratando de apelar al sector de los ávidos lectores que siempre inundan el evento, no. Ahora es desde la conferencia mañanera donde este miércoles vimos el desdén que se tiene por el sector. Palabras que siempre habían tenido connotaciones positivas como “intelectuales”, ahora sufren de redefiniciones para servir al debate político que un lado tiene con el otro, más allá de la razón. Un lugar que reúne y celebra con tanta pasión la obra y vida de los escritores y lectores no debería asustar a quien es capaz de un debate enterado.

Hay, claramente, batallas políticas que dan por suyas ciertas instituciones. Eso es de siempre. Pero una vez más, un evento cultural se ha visto tachado de “conservador”, de “enemigo”, de “oposición”. No lo es.

La mayoría de quienes amamos los libros, el teatro y el cine, lo hacemos por el valor propio que tienen las artes. Por las ideas y emociones que estos nos generan. No estamos ahí para ser tachados, nuevamente, de enemigos de nadie. Por favor, detengamos ya esta polarización nefasta que solo sirve a pocos y mata lo mejor que tenemos como seres humanos.