Milenio

Fue La Ley

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Del sainete político neolonés no quiero comentar el desorden sino que se ordenó. No quiero hablar de los políticos querellado­s, empezando por el gobernador Samuel García, sino del factor que despejó sus querellas.

Ese factor fue La Ley.

Se ha dicho, para denunciar delitos o irresponsa­bilidades del gobierno: “Fue El Estado”.

Podemos decir hoy de Nuevo León, con un toque optimista hacia el futuro: “Fue La Ley”.

Fue La Ley la que puso orden en el tiradero que se traen los políticos neoloneses.

Los hechos son estos: Un gobernador en funciones pidió licencia por seis meses porque quería hacer campaña como candidato presidenci­al. Pero quería también que el Congreso le nombrara un gobernador interino afín, de modo que, cuando perdiera la contienda presidenci­al, pudiera volver tranquilo a su sillón de gobernador.

El Congreso, donde la mayoría es de la oposición al gobernador y también juega en la carrera presidenci­al, le nombró un interino adverso.

Cuando vio al interino nombrado por el Congreso, el gobernador, ya con licencia, se olvidó de la candidatur­a presidenci­al y quiso volver a la gubernatur­a.

Pero ya no tenía ese puesto, ya era un gobernador con licencia. Actuó, sin embargo, como si gobernara todavía, tomó decisiones locas, nombró sustituto a su secretario de Gobierno y aceptó una especie de asalto de sus partidario­s

EL PAÍS DE NUNCA JABAZ/SUMA al Congreso para que éste revocara su nombramien­to.

Por un momento hubo en Nuevo León tres gobernador­es.

Quien ordenó ese trivial y magnífico desorden fue la Suprema Corte, con un dictamen seco que le dio la razón al Congreso local y a su gobernador interino nombrado.

¿Por qué? Porque así lo decían las leyes de México y de Nuevo León. Porque eso dice La Ley.

Ayer, lunes, el gobernador con licencia, Samuel García, ciñéndose finalmente a las formas de la ley, pidió al Congreso que revocara su licencia y le devolviera el puesto. El Congreso recibió su petición y el mismo día le devolvió lo que pedía, porque era su derecho.

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Fue La Ley, esa de cuya existencia se burla el Presidente, la que arregló la querella de Nuevo León. La misma Ley, decimos otros, cuyo seguimient­o puede arreglar las querellas de nuestra República.

Por un momento hubo en Nuevo León tres gobernador­es

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