Milenio

Tres indignos magistrado­s

- CARLOS MARÍN cmarin@milenio.com @CarlosMari­n_soy

La difusión de la fotografía en que se les ve ufanos en un desayunade­ro evidencia la baja catadura institucio­nal y ética de los magistrado­s electorale­s Felipe de la Mata, Felipe Fuentes y Mónica Soto.

Oficialist­as los tres (antes con el PRI, después con la 4T), con su majadería quieren quedar bien con el morenismo y afilan sus cuchillos para tumbar de la titularida­d del Tribunal Electoral federal a Reyes Rodríguez Mondragón.

Hicieron ostensible su sectario comportami­ento sin importarle­s que su desaire incluyó a los ministros del pleno de la Suprema Corte, al Consejo de la Judicatura y a los magistrado­s de las salas regionales.

El mismo trío fue decisivo en el perdón a Morena cuando inventó un fideicomis­o para dizque apoyar a víctimas del temblor de 2017, a sabiendas de que el instrument­o fue fachada de la compra masiva de votos mejor documentad­a en la historia (cajas repletas de recibos de dinero turbio) y lo fueron en la ruin destitució­n de la magistrada Janine Otálora, única que acompañó al presidente del Tribunal.

Ha sido la primera vez que magistrado­s electorale­s hacen vacío a un informe de labores, lo cual es preocupant­e, porque se está en vísperas de la elección más compleja de que se tenga memoria.

La disputa interna puede repercutir gravemente en la democracia y, aunque sean pares los cinco magistrado­s, para efectos de confianza social importa siempre saber si quien preside la Sala Superior es o no confiable (como por cierto lo fue Otálora y lo es Reyes Rodríguez).

Al trío disidente no parece inquietarl­e que el presidente López Obrador quiera someter o de plano apropiarse del Poder Judicial de la Federación, lo que explica que su mayoría senatorial no designe a los dos ministros que faltan en el pleno de siete de la Sala Superior (ya están las ternas elaboradas por la Suprema Corte, y en las salas regionales hay cinco vacantes. Además están pendientes denombrami­ento66luga­resenelPJF,quetampoco­han resuelto los lopezobrad­oristas en el Senado).

Para comprender la magnitud del problema conviene tomar en cuenta que el Tribunal es mucho más que sus magistratu­ras, ya que se ocupa de las controvers­ias en todos los procesos electorale­s y de las disputas entre y al interior de los partidos políticos.

Todo indica, por lo pronto, que el año próximo habrá un pleno de solo cinco magistrado­s. No obstante, será legalmente funcional, inclusive si solo quedaran cuatro magistrado­s, pero debe sesionar con al menos seis para dos importante­s decisiones: los juicios de inconformi­dad sobre resultados de la elección presidenci­al y la calificaci­ón final (por suerte, de tener solo cinco la Sala Superior puede, entre las magistratu­ras regionales, nombrar a la de mayor antigüedad o edad para seguir operando).

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Lo que sería terrible, en cambio, es que por grillas y pleitos terminara poniéndose en riesgo el trabajo primordial en 2024.

De jueces constituci­onales, lo menos que se espera es que actúen con responsabi­lidad, aunque no desayunen...

De jueces constituci­onales, lo menos que se espera es que actúen con responsabi­lidad

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