El enorme y aplastante fracaso
Pocos fracasos, es más, ninguno en este gobierno como el de la lucha en contra de la violencia y la inseguridad a manos de organizaciones delictivas.
Y digo que es el peor porque en ese asunto ya llevábamos 12 años padeciéndolo. Doce años con muertos, tráfico de drogas ilícitas, matanzas, corrupción, literales tomas de territorios. No solo eso, otrospaísesdelcontinentellevabantambién muchos años en lo mismo.
Hace cinco años había suficiente información, datos, análisis, experimentos fallidosyotrosmedianamenteacertados como para poder armar una estrategia diferente, audaz, novedosa que nos tuviera hoy en otro lugar. No el de la perfección, pero sí uno menos jodido.
Comoloredactéayerenestaspáginas, el problema no solo es mexicano, pero en México el asunto es grave porque lleva lustros así, sin solución a la vista.
El continente americano ha vuelto a hacer vigente la visión y misión de Richard Nixon y su “guerra contra las drogas” que ha sido tan nefasta como inútil. En eso nadie es tan consistentecomoelpresidenteLópezObradorysu gabinete de seguridad.
Aunque en transición se prometió debatir la regulación de algunas drogas, comenzar un proyecto de justicia transicional, atender desde la salud, no con lasprisiones,elproblemadelaadicción… enunosmesestodoseacabó.Lavisiónde los militares y del Presidente se impuso.
RAPÉ/EL OLOR DE LA VICTORIA
El enemigo son las drogas —no tanto los delincuentes— y ya está.
Como lo dijo ayer: “Estos muchachos que asesinaron hace dos días en Guanajuato fue por el consumo, porque le fueron a comprar a alguien que estaba vendiendo droga en un territorio que pertenecía a otra banda. Entonces, evitar eso, evitar eso, y eso solo con amor, con atención a los jóvenes, con apapacho. Que los jóvenes tengan posibilidad de trabajo, tengan posibilidad de estudio, que no se sientan solos, que no haya vacíos, que puedan ser felices sin la droga, eso es importantísimo”.
Aunque lo ha dicho de muchas maneras en estos años, ayer lo deja bastante claro: el problema no es la violencia, la apropiación de territorios, el uso de armas… no, el problema son las drogas.
Así ha funcionado un sexenio más.
Y si uno voltea a ver los equipos y los “coordinadores de foros temáticos” de nuestras candidatas, es difícil tener esperanza que algo cambiará.
El continente ha vuelto a hacer vigente la visión y misión de Richard Nixon