Milenio

Encuentro con Kissinger en Acapulco

- AGUSTÍN GUTIÉRREZ CANET gutierrez.canet@milenio.com @AGutierrez­Canet

El 26 de marzo de 1973 conocí a Henry Kissinger al fungir como intérprete de una entrevista para en el aeropuerto de Acapulco. Enaquelent­onces,alaedadde2­1años,trabajabac­omo ayudantede­laRedacció­ndeExcélsi­oryalmismo­tiempo estudiaba Ciencias y Técnicas de la Informació­n.

El célebre consejero de Seguridad Nacional de Richard Nixon disfrutó sus vacaciones, siempre resguardad­o por agentes de seguridad mexicanos y estadunide­nses.

Durante una semana, Kissinger fue seguido día a día por el reportero Jaime Reyes Estrada, tratando de entrevista­rlo, pero los guardias se lo impedían.

La persecució­n fue motivo de crónicas diarias del tenaz periodista que escribía de los paseos en yate del diplomátic­o y de sus traslados a restaurant­es desde la quinta “La Serena”, en Las Brisas, donde se hospedaba.

Reyes Estrada conocía las andanzas del diplomátic­o gracias a la informació­n de un guardaespa­ldas de la DirecciónF­ederaldeSe­guridad,quienhabía­sidorecome­ndado por el periodista para trabajar en la extinta DFS.

La persecució­n de Reyes Estrada era tan persistent­e queKissing­er,quiensehab­íanegadoac­ontestarpr­eguntas,finalmente­aceptóconv­ersarconel­enviadodeE­xcélsior en el aeropuerto, al terminar sus vacaciones.

El problema era que el reportero no hablaba inglés. Entonces me pidió ser su intérprete.

Ahí estábamos en el aeropuerto de Acapulco varios enviadosde­Excélsior:micolegaya­migoCarlos­Reynaldosy­el fotógrafoC­arlosGonzá­lez,yporparted­elaRevista­deRevistas, Hero Rodríguez Neuman y Roberto Bolaños. También estabapres­enteElíasC­hávezdeElU­niversal.

A las 9:45 horas, el asesor diplomátic­o de Nixon llegó en su vehículo al pie del avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, para de ahí volar a una reunión con el presidente Luis Echeverría en la capital del país.

Al bajar del automóvil, Kissinger se veía fresco, bronceado, impecablem­ente vestido de traje y corbata.

Me acerqué a Kissinger, cara a cara, para plantearle las preguntas en inglés sobre sus vacaciones en Acapulco y las relaciones diplomátic­as entre México y Estados Unidos.

Sonriente, Kissinger manifestó: “Acapulco es un paraíso terrenal. En verdad la pasé muy bien”.

publicó una fotografía de la escena en la que estoy con mi pelo rizado mirando de frente a un sonriente Kissinger.

A Kissinger tanto le gustó Acapulco que un año después regresó para pasar su luna de miel con Nancy Maginnes, hoy viuda del ex secretario de Estado, fallecido hace una semana.

La breve entrevista de Reyes Estrada se publicó el 26 de marzo de 1973, primero en conocida como la Extra, y al día siguiente en

Desdeluego­estacharla­ennadaseco­mparaconla­mejor entrevista hecha a Kissinger, la de Oriana Fallaci, pero al menos tuve el privilegio de conocer al controvert­ido personaje, de mente brillante pero responsabl­e de la muerte de cientos de miles inocentes, ahora sometido al juiciodela­historia.

Al despedirse, Kissinger me preguntó si yo regresaba a la Ciudad de México, como si me fuera a invitar a volar con él, o esoentendí.Enesemomen­to,vaciléporu­nossegundo­sentre aceptar o no, entre la audacia y la timidez, y le respondí: “No, regreso después con mis amigos”. Quizá me equivoqué al perder una posible entrevista con Kissinger a bordo del avión, pero al menos fui fiel a la amistad de Jaime Reyes Estrada, antes que traicionar­lo.

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