Llamen al Rey
Alas nueve con diez minutos de la mañana de ayer apareció en las redes un mensaje vía Twitter escrito en clave celestial. El autor, cuerpo y alma del club de su vida, ejerce, aun muerto, cierta autoridad divina capaz de proponer una tregua, pedir calma, llamar a la paz y reagruparse como equipo: es la primera vez, que yo sepa, que un futbolista se comunica con los aficionados desde el más allá.
Con goles de Marinho y Lucero, Fortaleza vencía al Santos de Brasil en Vila Belmiro provocando el descenso de un club que hasta esa noche había jugado 111 años en Primera División. La derrota, un acontecimiento histórico, tuvo consecuencias que hicieron saltar las alarmas de seguridad: invasión al campo, vandalismo, amenazas, coches de jugadores en llamas y un pueblo encendido buscando culpables. ¿Quién podía dar la cara ante un desastre como este? Por ahora y en esta tierra, nadie.
Alguien tuvo la idea de convocar al único ser capaz de hablar con la gente en una situación tan delicada: el Santos llamó a Pelé y el Rey escribió: “Cuanto más difícil es la victoria, mayor es la felicidad de ganar; el Santos continuará siendo un amor incondicional, una obsesión, una pasión indescriptible. El club regresará más fuerte, más unido y a pesar de las dificultades, superará sus desafíos para volver a ganar. Seremos santistas por siempre”; y adjunta en la publicación una fotografía suya en el túnel del campo.
Descender es el dolor más intenso que puede sufrir un equipo, una afición y un jugador, al mismo tiempo, representa una oportunidad para reencontrarse con los valores más profundos de una institución caída, en este caso, el Santos ha tenido que bajar hasta la tumba de Pelé para renacer.
No hay futbol sin drama, y como uno de los grandes géneros dramáticos, el futbol necesita ascensos y descensos para humanizarse, para aprender a vivir y saber morir. Solo entonces puede descansar en paz.
La mañana de ayer apareció en las redes un mensaje vía Twitter escrito en clave celestial