La guerra, la obsesión y la copa
La guerra de las galaxias por los derechos deportivos abre un nuevo mercado
Con extraordinaria timidez, Netflix, el gigante del contenido almacenado, ha dado un primer paso rumbo a la exploración del único contenido libre y salvaje que queda en el mundo del entretenimiento sin posibilidad de almacenarse: el deporte en directo. El 3 de marzo del 2024 Rafael Nadal y Carlos Alcaraz jugarán en Las Vegas un partido denominado “Netflix Slam”. Producido, controlado y distribuido por la única plataforma digital y universal que hasta ahora se había negado a transmitir eventos deportivos, esta exhibición, de escaso recorrido competitivo, adquiere una gran relevancia. Se trata del siguiente episodio de una batalla que no ha hecho más que empezar: la guerra de las galaxias por los derechos deportivos entre Apple TV, Amazon Prime Video y ahora también Netflix, abre un nuevo mercado.
Cada semestre aparece el mismo debate: ¿Cuáles son los equipos grandes? Un sector de la afición, pero sobre todo los medios y sus comentaristas, parecen obsesionados con las dimensiones de los clubes de futbol como si éstas pudieran medirse, pesarse o estirarse. Para mi gusto hay cuatro factores fundamentales que definen la grandeza a la par del número de títulos y la cantidad de aficionados: la defensa de una identidad a través del tiempo, la continua formación de jugadores, la capacidad para trascender como institución fuera del campo y la búsqueda constante de la internacionalización. Todo lo demás no es grandeza, sino riqueza.
Con 17 títulos en ambos lados de la duela, Lakers y Celtics mantienen una estrecha lucha por la cima del basquetbol, el empate se rompió una vez más al agregarse el torneo de Copa: la primera “In Season Tournament NBA” cayó en la Costa Oeste. Con la victoria de Lakers arrancó una nueva disputa en la rivalidad entre Los Ángeles y Boston por ver cuál de los dos será el equipo más copero.