La amnistía a debate
Ayer, durante la toma en consideración de la Ley de Amnistía, el banco azul era un erial, un páramo yermo y baldío. La mayor parte de los ministros dimitieron. Es una vieja costumbre socialista. Cuando las cuestas se ponen pindias, como dicen en mi pueblo para significar que están muy cuesta arriba, el socialismo libera espacios en el pesebre: dimiten los ministros o consejeros que tienen garantizado el sueldo en función de su cargo y se da una oportunidad a otros para que cobren al menos como diputados.
En sus asientos solo se veía a Mª Jesús Montero, Félix Bolaños y Óscar Puente. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz no han renunciado a sus actas de diputados, pero no estuvieron presentes en el debate, en una actitud que, por lo visto, también se ha convertido en costumbre. Los citados ya tomaron el olivo el 7 de marzo mientras sus congéneres les enmendaban el bodrio de Irene Montero, es decir, la ley del sólo sí es sí. También se ausentó la mayoría de los ministros, dejando a Irene con la única compañía de Ione Belarra, un magro consuelo intelectual, se mire como se mire.
Qué decir del debate. Fue de agradecer que los tiempos
Fue un error que López no dejó de señalar: «Aquí estamos 121 diputados socialistas. No tenemos ningún problema en retratarnos». ¿Acaso creía Feijóo que algunos diputados del PSOE se avergonzarían al votar lo contrario de lo que proclamaron hace muy pocos meses? Eso es que no les conoce bien.
Incurrió en otro error Feijóo, aunque no en solitario. Lo compartió con Abascal al coincidir ambos en un mismo recordatorio al portavoz socialista: «Eso es de primero de Derecho, señor López». Error. El curso que no superó Patxi fue primero de Ingeniería, no primero de Derecho. El líder del PP superó con mucho al portavoz del PSOE, como se esperaba. «Pero Patxi, ¿usted sabe lo que es una amnistía?» le preguntó en pertinente paráfrasis de la pregunta que Patxi le había formulado a Sánchez sobre la nación.
Los nacionalistas estuvieron discretos y la portavoz de CC, incomprensible: ni un solo aplauso. Abascal repartió estopa tanto al PSOE como al PP, pero no hubo manera de que rectificara sobre lo de que el pueblo colgaría a Sánchez de los pies. No comprende que es ayudar a Sánchez a cambiar de conversación.