La Entrevistadora
C ristina Pacheco ya era una celebridad cuando mi maestro Fernando Benítez la llevó a la cátedra que impartía dos días a la semana en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, turno vespertino, allá por 1987, y así la presentó: “La mejor entrevistadora de México”. Entonces su emisión de Aquí nos tocó vivir se dirigía firme a su primera década por Canal Once y era conocida su filiación con muchos personajes del mundo cultural, además de su vida al lado del gran José Emilio Pacheco.
Primero como estudiante y después como editor en La Jornada, adonde llegué en 1992, la lectura del espacio “Mar de Historias” era natural cada domingo en la contraportada de ese diario y, más adelante, durante muchos años me correspondió editar el texto de Cristina cada sábado en la noche, encargado yo de primera plana y contra, por lo que llegó el momento en que bromeábamos en la mesa de redacción con el tema.
Alguna vez un subdirector en turno me dijo con toda seriedad que me tenía dos noticias, con la vieja fórmula de una buena y una mala. “Venga la buena”, pedí, para romper la tradición que recibir primero el chingadazo y después el antídoto. “Ya no se va a publicar el Mar de Historias”, me comentó con cierta solemnidad. Me reí de buena gana e hilé una broma sobre la histórica permanencia del espacio en el diario. “Ahora dime la mala”, apuré al jefe. “La mala es que ahora se llamará Eje Central”. Vaya que nos reímos a las costillas de la Pacheco, que ni enterada, por supuesto.
Es curioso que pese a tantos años viendo sus textos los sábados por la noche, jamás intercambiáramos palabra alguna. Desde la visita que hizo a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales aquella tarde con Benítez, en los años 80, no la volví a ver en persona sino hasta 2010, cuando José _Emilio
Pacheco dictó una conferencia sobre la novela de folletín en la época de la Revolución, con motivo del Centenario, en la Capilla Alfonsina de la Condesa.
Saludos a los deudos de Cristina Pacheco, La Entrevistadora.
Durante muchos años me correspondió editar el texto de Cristina cada sábado en la noche