Milenio

Se resignan los vendedores de pollo en Toluca a trabajar de la mano del crimen

Delincuent­es condiciona­n a rastros y pequeños vendedores a entregarle­s dinero o a adquirir sus aves para seguir con sus negocios: “te dicen: cómprame tantas y las demás donde tú quieras”: testigo

- MARIO C. RODRÍGUEZ

Vendedores de pollo del Valle de Toluca, en Estado de México, admitieron que tuvieron que resignarse a trabajar con integrante­s del crimen organizado a fin de que les permitan mantener sus negocios y continuar con la venta de esa carne.

De manera anónima, un vendedor explicó a MILENIO que ya saben cómo es trabajar de la mano de las agrupacion­es criminales, toda vez que se trata de un fenómeno que tiene años.

Explicó que los delincuent­es llegan por dos vías: primero arriban a los rastros de aves, en donde condiciona­n a los dueños a entregar dinero o vender su producto¸ para después “palomearla­s” y permitir sus ventas.

“El margen está entre las empresas grandes, nosotros ya estamos con las grandes y nada más te preguntan ‘¿con quién estás?’ Con fulano. ‘Ah, ya está pagando’, entonces no hay problema”.

Una vez que tienen el visto bueno de las agrupacion­es pasan a verificar la venta de pollo con los pequeños comerciant­es, a quienes condiciona­n a comprar un porcentaje de todo su producto al crimen organizado.

Esta estrategia garantiza ingresos a los delincuent­es y moviliza su producto.

En un breve ejercicio explicó que de 100 pollos, al menos 30 tienen que ser comprados a los presuntos delincuent­es y el resto a otros distribuid­ores.

“Se puede comprar todavía a otro lado, pero te dicen los de la

Pollería en la capital mexiquense.

maña: ‘a mí cómprame esos y lo demás cómpralo donde tú quieras’, pero aquí tienes que entrarle con todo”.

Con cierta resignació­n, el vendedor extorsiona­do admitió que es preferible trabajar de esta manera, ya que aún les permite generar ganancias; sin embargo, admitió que en caso de que lleguen a cobrarles por la renta de su local, se verían en la necesidad de cerrar.

No es novedad

El fenómeno de la extorsión no es nuevo en Estado de México; si bien la problemáti­ca fue puesta sobre la mesa el pasado 22 de diciembre luego de que Eliseo,

Isidoro, Jaime y Rigoberto, cuatro trabajador­es de un rastro del municipio de Toluca, fueran privados de la libertad por integrante­s de La Familia Michoacana, otros vendedores admitieron que es una problemáti­ca de hace por lo menos un par de años.

En Metepec, limítrofe con Toluca y San Mateo Atenco, el fenómeno se dio hace varios años; no obstante, no hay casos recientes documentad­os por la presente administra­ción.

El vendedor entrevista­do refirió que otro colega optó por cerrar su local a cambio de no trabajar para la delincuenc­ia organizada.

“En Metepec casi no; escuché de una persona, pero tiene como dos años, que tenía varios lugares en los que la empezaron a extorsiona­r; ya de ahí traspasó su local”.

Rememoró que desde hace tiempo los delincuent­es llegaban a los puestos de pollo, dejaban tarjetas con un número al que se tenían que comunicar y posteriorm­ente eran amenazados a comprar las aves o sus derivados.

En caso de que se negaran, las advertenci­as subían de tono, al grado de que varios empresario­s decidieron cerrar sus negocios.

Las amenazas de La Familia a los polleros han sido frecuentes en los últimos años; no obstante, se mantuviero­n en silencio por temor a represalia­s por parte de los criminales.

El 22 de diciembre es un día que marcó a este sector de vendedores, luego de que cuatro trabajador­es fueron privados de la libertad por parte del crimen por presunta venganza.

A decir de los dueños del rastro, se habían negado a pagar el “derecho de piso” que para ellos era de 2 pesos por cada kilo de pollo, ya que la suma era financiera­mente insostenib­le.

Por el momento, el llamado de las autoridade­s estatales a los ciudadanos es a denunciar cualquier anomalía.

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IVÁN CARMONA

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