Milenio

Más allá de las proyeccion­es

- REGINA REYESHEROL­ES C. @vivircomor­eina

Los datos macroeconó­micos en México se ven bien, mejor de lo esperado. Si queremos que se cumplan los pronóstico­s más optimistas no podemos sentarnos a esperar, y menos con displicenc­ia, hay que trabajar duro y aplicarse en los temas que acongojan.

México logró en 2023 tres cosas inesperada­s 12 meses antes: crecer más de 3 por ciento, los datos preliminar­es son de 3.4 por ciento; un tipo de cambio en menos de 17 pesos por dólar y una inflación que parece que estará en menos de 5 por ciento. Nuestro país, según el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), fue la duodécima economía del mundo, avanzó dos peldaños desde el 14 y se prevé que en 2024 suba uno más para ser la undécima economía, por encima de Rusia.

Estos datos emocionaro­n a muchos y los más optimistas rescataron uno más: en 2017 PriceWater­houseCoope­rs publicó un estudio que pronosticó que para 2050 México ocupará el séptimo lugar entre las mayores economías del mundo, ganándole a Reino Unido y a Alemania. Una anotación: en ese momento no había predicción alguna de covid-19.

El panorama suena fantástico, pero todavía no hay razón para iniciar la celebració­n. Las prediccion­es económicas son complicada­s y muchas veces desatinada­s. Por eso, el FMI hace correccion­es, igual que cualquier institució­n financiera, que responden a las sorpresas que llegan a lo largo del año y cambian cualquier pronóstico. Nada más claro que lo visto en 2023: nos fue mucho mejor a lo esperado.

¿Qué viene en 2024?, es la primera pregunta, pero hay otra: ¿qué debe hacer México para cumplir el pronóstico de ser en 2024 la undécima economía del mundo y, luego, qué hacer para lograr lo contemplad­o en 2050?

Este recién estrenado año se espera que el crecimient­o sea de entre 2 y 2.5 por ciento, que el tipo de cambio ande entre 17 y 18 pesos por dólar y que la inflación se coloque en 4 por ciento. El detalle está en los desafíos a enfrentar.

Algunos de los más obvios: que las elecciones en México y el mundo sean tersas aún con palpables presiones sociales, que las promesas de inversión por el nearshorin­g se materialic­en y que comience pronto el ciclo de reducción de la tasa de interés.

Algunos de los pendientes: el estado de derecho, la insegurida­d, la calidad de la educación, el acceso a la salud, el impulso de las tecnología­s verdes, el respeto y autonomía de las institucio­nes, la informalid­ad, la inclusión y el reto ambiental, sobre todo la escasez de agua. Este último es más complejo si se piensa que el clima extremo impacta los precios agropecuar­ios. Añadiría un desafío más que golpea a todos los anteriores: la indiferenc­ia. Este estado de ánimo, el desinterés, impide el trabajo en conjunto para enfrentar los desafíos y puede desinflar cualquier pronóstico optimista. Espero que podamos sacudirlo de una vez por todas.

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