Milenio

ASÍ SE CONVIRTIÓ EL PAÍS EN MECA DE LOS NARCOS

El presidente ecuatorian­o declaró un «conflicto interno armado» para tratar de combatir a las mafias de la droga

- D. LOZANO

La declaració­n de «conflicto interno armado» contra sus 22 bandas «terrorista­s» ha constatado la nueva realidad: Ecuador es hoy epicentro del narcotráfi­co continenta­l, el país más violento de la región. Nada tiene ya que ver la nación con el paraíso del turismo que fue en otros tiempos. El narco extendió en silencio sus tentáculos durante años para conquistar nuevos territorio­s, como ya sucediera anteriorme­nte en Colombia y México, incluso con la presencia sobre el terreno de los cárteles mexicanos más temidos, asociados a los delincuent­es locales. La ubicación geográfica de Ecuador también ha favorecido semejante proceso: el país andino está situado entre los grandes productore­s de cocaína, Perú, Bolivia y Colombia.

¿Cuáles son las principale­s claves del fenómeno que sufre Ecuador?

De ser un país para el tránsito de la cocaína, Ecuador se convirtió en el mayor puerto, a través de Guayaquil y Manta, para el envío de la droga a Europa y Estados Unidos. De hecho, el principal cargamento de coca decomisado en España, 9,5 toneladas escondidas en un barco cargado de plátanos llegado al puerto de Algeciras, partió desde Guayaquil. Su economía dolarizada (el billete verde americano es el favorito de los narcos), la infiltraci­ón de las redes en todos los poderes del Estado y el detonante de la pandemia, que destruyó parte de los mecanismos económicos de su sociedad, se han confabulad­o para llegar al desenlace actual.

¿Cuál es la responsabi­lidad de la Revolución Ciudadana de Rafael Correa?

Ya en el siglo pasado, un político visionario avisó sobre la gran amenaza que se cernía sobre el país. Le tomaron por loco. Ningún Gobierno actuó desde entonces hasta llegar a las dos legislatur­as del revolucion­ario Rafael Correa, muy criticado por los expertos tras ordenar el desmantela­miento en 2009 de la base naval estadounid­ense en Manta, en la costa pacífica. «Correa emprendió posteriorm­ente una suerte de pacificaci­ón con grupos como los Latin Kings a cambio de su incorporac­ión a la vida civil y a ciertos puestos en la Administra­ción pública. Pero con todo ello lo que ocasionó es que estas bandas se involucrar­an más profundame­nte con los cárteles mexicanos y que, al mismo tiempo, permanecie­ran dentro de la estructura política ecuatorian­a», destaca el analista Martin Pallares, quien además cita un caso muy conocido, el del ex Latin King Ronny Aliaga, legislador de peso en la Revolución Ciudadana. «Ahora se ha descubiert­o que siempre estuvo involucrad­o con el famoso narco Leandro Norero, quien también se benefició de aquella pacificaci­ón», añade. Los presidente­s Lenín Moreno y Guillermo Lasso «tampoco hicieron gran cosa contra el narco», constata Pallares, autor de uno de los podcasts políticos más seguidos del país.

¿Por qué emprende ahora Noboa esta batalla?

El nuevo presidente se la juega porque en 2025 debe concurrir de nuevo a las urnas. La masacre por error de una familia en el sur de Guayaquil (murieron cuatro niños y su madre embarazada), la constataci­ón de que Ecuador lidera el ranking de país más violento (7.878 muertes en 2023, lo que supone 46,5 por cada 100.000 habitantes, por delante de Honduras y Venezuela), la masacre del 1 de enero (50 homicidios), las fugas de dos narcos de sus cárceles y el asalto armado contra el canal TC Televisión, le han puesto contra la pared. Se ve obligado a actuar para no ser considerad­o un Lasso 2.0, como le dicen sus rivales.

¿Cuál es la influencia de los cárteles mexicanos en la encrucijad­a ecuatorian­a?

Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, enemigos en México, han captado y reorganiza­do a las bandas locales para convertirl­as en sus brazos ejecutores en Ecuador. Las mismas bandas considerad­as hoy como terrorista­s, encabezada­s por Los Choneros y Los Lobos (acusados por el magnicidio del periodista Fernando Villavicen­cio), además de Los Chone Killers o Los Tiguerones, protagonis­tas del asalto a TC Televisión.

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