México, Guatemala y Ecuador
Esta última semana dos países latinoamericanos se volvieron espejos precautorios para México. En Guatemala, Bernardo Arévalo, quien ganó al vuelo de su activismo anticorrupción, venció por 59 a 36 a su oponente, Sandra Torres, una ex primera dama cercana a la oligarquía militar y económica que desde el malhadado golpe contra Jacobo Árbenz, en los años 50, se enseñoreó en el poder hasta esta semana. El presidente saliente, Alejandro Giammattei, estrelló su popularidad al recortar severamente los programas en pro de la familia y la infancia para apoyar proyectos de infraestructura plagados de corrupción; al dejar que los delitos violentos subieran como la espuma; al minimizar el covid; al tratar de manipular a los magistrados electorales, clamando fraude y tratando de invalidar la elección, y al fincarle juicios espurios a políticos, periodistas y figuras públicas opositoras de la mano de María Consuelo Porras, su fiscal a modo.
Frente al rey de España y la plana mayor de los presidentes de América Latina —con la excepción de un López Obrador que, ya sabemos, se siente incómodo fuera de su cámara de ecos—, la fracción oficialista en el Congreso trató de impedir la toma de posesión de Arévalo. Lo logró hasta pasada la medianoche, cuando el repudio internacional y el de los ciudadanos en pie de guerra en sus propias calles hicieron imposible detener más la ceremonia.
El padre del flamante mandatario, Juan José Arévalo, en el poder entre 1945 y 1951, sobrevivió una veintena de intentos de golpe de Estado luego de convertirse en el primer presidente democráticamente electo en Guatemala. Su hijo, nacido y criado en el exilio, dijo al asumir que “la crisis política de la cual emergemos nos da la oportunidad de crear un cambio. La responsabilidad que hoy asumimos va a definir el futuro por muchas generaciones”. Afortunadamente para Guatemala, sus ciudadanos lo tuvieron muy en claro.
En Ecuador, José Adolfo Macías, alias Fito, el líder del cártel de Los Choneros y principal socio del cártel de Sinaloa en la región, conducía plácidamente sus negocios desde su residencia en la cárcel del Litoral hasta que le informaron que, por órdenes del presidente Daniel Noboa, pronto sería trasladado a un centro de alta seguridad. En un culiacanazo invertido, el domingo 7 de enero Fito escapó y, acto seguido, sus sicarios pusieron al país de cabeza, incendiando coches, bloqueando calles, saqueando, desatando balaceras y, finalmente, tomando una estación de televisión en la ciudad de Guayaquil para mandarle en cadena nacional un mensaje al presidente: saque las manos. Noboa ganó las elecciones apenas este pasado otoño prometiendo limpiar las corruptas ligas con el narco dejadas por sus antecesores Daniel Correa y Lenin Moreno, luego de que, presuntamente, Los Choneros asesinaran al también candidato Fernando Villavicencio. Ecuador
_ ha levantado el estado de excepción, pero, a la fecha, Macías sigue prófugo e impune.
Cuando, de cara al próximo 2 de junio, nos de la tentación de pensar que al cabo qué, si en México las cosas ya no pueden ponerse peor, será bueno mirar un poco al sur.