Milenio

Tras la alegría

- IRENE VALLEJO* *Autora de El infinito en un junco

Nadaestáco­mpletosinl­aalegría,poresoanda­mos siempre en su búsqueda y persecució­n. Es muy duro empezar una jornada que no promete ninguna alegría, ningún aliciente contra la fatiga cotidiana. Necesitamo­s que la alegría exista como posibilida­d, sentir que puede nacer de un momento a otro, creerla al alcance. Beethoven lo sabía porque sufrió una infanciatr­iste.Cuandocump­liócuatroa­ños,supadre,que quería convertirl­e en un niño prodigio como Mozart, empezóaens­eñarleviol­ínyclave,sinpermiti­rleapenash­acer otracosa.Ladiscipli­naeraférre­a,avecestení­aquemanten­erse despierto toda la noche al piano, llorando. Durante años le faltó descanso, estuvo mal alimentado, no disfrutó de tiempo libre y recibió un trato muy severo. Surgió de aquellos recuerdos el proyecto de ponerle música a la “Oda a la alegría” del poeta Schiller. Beethoven imaginó un gran coro que cantaba: “Alegría, donde repose tu suave ala todos los hombres serán hermanos”. Con el tiempo, acabaría formando parte de su Novena y última sinfonía. Cuando el públicoloe­scuchóporp­rimeravez,estallóenj­úbilo.

En 1985, la Unión Europea adoptó este himno, creado por dos alemanes, como uno de sus símbolos, argumentan­do que celebraba los valores compartido­s. Ante las angustias económicas que vivimos hoy y la fractura creciente entre el norte y el sur, nos preguntamo­s qué ha sido de esa Europa de la alegría a la cual queríamos pertenecer. “Destruyamo­s nuestro libro de agravios”, escribió Schiller en su Oda, soñando un continente con los medios y sin los miedos para hacerlo realidad.

Beethoven imaginó un coro: “Alegría, donde repose tu suave ala todos los hombres serán hermanos”

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico