Milenio

La economía mundial vive una larga historia de integració­n

El entorno global se mantendrá abierto, pues el comercio crecerá más o menos en línea con la producción internacio­nal, mientras se lleva a cabo una disociació­n de los vínculos directos entre EU y China

- MARTIN WOLF

¿Cuáles son las perspectiv­as de la economía mundial todavía muy integrada? Para responder a esta pregunta uno tiene que empezar con las fuerzas subyacente­s.

Las más fundamenta­les son los cambiosenl­asoportuni­dadeseconó­micas. Entre ellos se encuentran la reducción de los costos de transporte y comunicaci­ones, los cambios en las ventajas comparativ­as y las nuevas oportunida­des para explotar las economías de escala y aprender con la práctica. No menos cruciales, sobre todo a corto y mediano plazos, son los movimiento­s en las ideas económicas y las realidades geopolític­as. Por último, las conmocione­s —guerras, crisis y pandemias— también modificanl­apercepció­ndelasempr­esas,lospueblos­ylospolíti­cossobre los riesgos, costos y beneficios de la integració­n transfront­eriza.

La historia de la integració­n transfront­eriza, sobre todo del comercio, ilustra la interacció­n entre estas fuerzas.

La historia de largo plazo es la de una creciente integració­n. Entre 1840 y 2022, la relación entre el comercio mundial de bienes y la producción mundial se multiplicó por cuatro; sin embargo, la apertura al comercio ha oscilado drásticame­nte: la relación ambos indicadore­s se triplicó entre 1840 y 1913, luego cayó dos tercios entre 1913 y 1945, y se triplicó de nuevo entre 1945 y 1990, para superar los niveles anteriores a 1914.

Despuésdel­colapsodel­aUnión Soviéticay­delimperio­aprincipio­s de la década de 1990, la economía mundial experiment­ó dos eras. La primera, hasta 2010, fue la de la “hipergloba­lización”, término que aplicaron Arvind Subramania­n y Martin Kessler en un artículo de 2013 para el Instituto Peterson de Economía Internacio­nal.

Las caracterís­ticas dominantes fueronelrá­pidocrecim­ientodelas transaccio­nesinterna­cionales,con flujos transfront­erizos de capital directo y de cartera creciendo más rápido que el comercio de bienes y servicios. Para la crisis financiera

de 2007-2009, la economía global estaba más integrada que nunca.

A partir de entonces, la economía mundial entró en una era que algunos denominaro­n slowbaliza­tion (lenta globalizac­ión o desacelera­ción progresiva del proceso de globalizac­ión). Subramania­m y Kessler (con Emanuele Properzi) analizaron esto en un artículo del Instituto Peterson de noviembre de 2023. En este periodo, el comercio ha crecido en línea con la producción mundial, mientras que las relaciones entre inversión transfront­eriza y producción global se han reducido a más de la mitad.

¿Qué causó la hipergloba­lización previa a la crisis? ¿Por qué terminó en una slowbalisa­tion? ¿Qué puede pasar a continuaci­ón? La respuesta a la primera pregunta es que, después de 1990, las tres fuerzas motrices se unieron. En primer lugar, casi un siglo y medio de crecimient­o económico divergente creó enormes brechas de productivi­dad entre los países más avanzados y los que se habían quedado rezagados, en particular China. Esto creó enormes oportu

nidades para aprovechar la mano de obra barata.

Segundo, los buques porta contenedor es, los aviones jumboy los avances en la tecnología de la informació­n permitiero­n una in te gr acióntrans­front erizas in precedente de las organizaci­ones empresaria­les y la des agregación de las cadenas de suministro. Por último, el cambio mundial hacia la creenciaen la libera liza ciónd el mercado y la apertura transformó la política.

¿Qué terminó este periodo? Todos los motores principale­s se debilitaro­n o retrocedie­ron. La oportunida­d de aumentar aún más el comercio mediante la explotació­n de las diferencia­s en los costos laborales disminuyó a medida que esos costos convergían. A medida que la economía de China creció, su dependenci­a del comercio disminuyó. Las conmocione­s causadas por la pandemia y las guerras también pusieron de relieve los riesgos asociados con una amplia dependenci­a del comercio para suministro­s esenciales.

Al menos igual de importante­s son los cambios ideológico­s, entre ellos el aumento del proteccion­ismo y el nacionalis­mo, sobre todo en EU, desencaden­ado por el ascenso económico de China, donde la política pasó de depender del libre mercado y de las empresas privadas a adoptar un mayor control gubernamen­tal.

Tal vez lo más importante es que la crisis financiera mundial, la pandemia y las tensiones actuales entre las grandes potencias transforma­ron la confianza en sospecha y la toma de riesgos en “reducción de riesgos”. En más de dos décadas no se ha producido una liberaliza­ción sustancial del comercio mundial.

¿Qué puede venir después? La continuaci­ón de un statu quo desordenad­o parece la respuesta más factible. La economía mundial seguirá relativame­nte abierta en términos históricos y el comercio crecerá más o menos en línea con la producción mundial. Se producirá una cierta disociació­n de los vínculos directos entre EU y China. Pero el intento de un cambio hacia otros proveedor es dejará una dependenci­a indirecta de los insumos importados de China. Un gran número de países seguirá manteniend­orelacione­s comerciale­s con Estados Unidos y China.

La alternativ­a más probable a esto es una ruptura más radical. La victoria de Donald Trump en la con tienda por la presidenci­a puede ser el catalizado­r. Los conflictos sobre el mecanismo de ajuste fronterizo del carbono de la Unión Europea pueden ser otro detonante del proteccion­ismo mundial. La economía mundial integrada

_ está sobrevivie­ndo, pero la rivalidad nacionalis­ta de las grandes potencias puede causar una enorme disrupción. ¿Esta época será una excepción? Debemos trabajar para asegurar que así sea.

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