El Principito y el León
La trayectoria de Andrés Guardado, una línea muy derecha, es uno de los grandes patrimonios, no solo del futbol, sino del deporte mexicano. Dentro de la cancha, Guardado representa todas esas cosas que debemos contar a nuestros hijos sobre el oficio del deportista: voluntad, sacrificio, entrega, compañerismo, talento y liderazgo. Y representa, también, esas otras cosas que queremos enseñar a nuestros hijos fuera de ella: nobleza, educación, caballerosidad, solidaridad y respeto. Resumiendo: se trata de un extraordinario futbolista, un gran hijo, un estupendo marido, un amoroso padre de familia y un ciudadano ejemplar.
Todas estas virtudes son las que definen esa palabra tan sencilla a la que llamamos: carrera. La carrera de Guardado no es el típico recorrido individual, todo lo contrario, ha corrido este largo trayecto siempre en equipo. Por encima de sus números de acero en el futbol europeo y con la Selección Nacional, hay un detalle que no podemos dejar pasar: Andrés Guardado salió con honores de todos los equipos donde jugó. Fue inolvidable su despedida del PSV levantado en hombros, y será un momento histórico el profundo reconocimiento que el beticismo, una de las aficiones más conocedoras de España, le rendirá en su estadio el próximo domingo.
Dueño de unas cualidades técnicas que con los años perfeccionaron la estampa de un jugador de gran clase, posee una enorme responsabilidad táctica en el campo y una sabiduría contagiosa fuera de él. La veteranía, la última de sus propiedades, lo convirtieron en un futbolista excepcional: Guardado juega muy bien y enseña a jugar mejor. El Grupo Pachuca y el Club León con Jesús Martínez Patiño y Jesús Martínez Murguía, cerraron una de las contrataciones más redondas de las últimas décadas: ficharon un atleta, un futbolista, un compañero, un maestro, un amigo y un modelo a seguir para millones de niños mexicanos en el mismo jugador.
Andrés Guardado representa muchos valores que se le pueden inculcar a los niños deportistas