La verdadera Claudia

Un déjàvu relampagueó en el corazón del cartujo al escuchar a Claudia Sheinbaum en el Monumento a la Revolución en el cierre de su dilatada precampaña para la presidencia de la República. ¿Está hablando AMLO?, se preguntó aturdido mientras la multitud recibía las palabras de la rotunda política como un mensaje dictado —literalmente— desde las alturas.

Ella ha sido, cuando menos hasta ahora, la más fiel repetidora del discurso y las ideas de su viejo maestro, a quien copia hasta el modito de andar. Nadie duda de su fidelidad a López Obrador, pero, por si acaso, si alguien se atreviera a cuestionarla podría responderle como Jesús a Felipe en los Evangelios: “Las palabras que yo os hablo, no lashablo por mí mismo, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras” (Juan 14:10).

Claudia es portadora del mensaje divino, por eso en Morena todos se han doblado ante ella, comenzando por Marcelo Ebrard, tan flexible a pesar de su inmensa cintura, tan sonriente el pasado jueves en el Monumento a la Revolución a pesar de su orgullo despostillado, intentando borrar para siempre su fanfarrona frase: “No nos vamos a someter a esa señora”.

Sheinbaum habló ese día de los prodigios de la cuarta transformación; habló de la austeridad, la unidad y la honestidad como ejes de un gobierno “para todas y todos”. Se refirió también a la revolución de las conciencias y llamó “a seguir encendiendo la llama de la esperanza de nuestro pueblo, a seguir haciendo de México una potencia del bienestar”. Y encarrerada, remató: “nuestra cohesión se basa en democracia, justicia y dignidad del pueblo de México, y en el principio humanista de que, por el bien de todos, primero los pobres”.

Todos son eslóganes surgidos de la porfiada mente de López Obrador, gastados de tanto uso. ¿Cuáles son las propuestas de la candidata presidencial del oficialismo, además de continuar con la política del actual régimen? ¿Tiene ideas propias o solo es la mensajera de AMLO, como afirman sus críticos? Tal vez, sin abandonar la lealtad, un día podría intentar independizarse y mostrar su verdadero rostro, si acaso lo tiene.

Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.

Un día podría intentar mostrar su verdadero rostro, si acaso lo tiene