¡Milei se infiltró en la 4T!
L os adversarios del capitalismo invocan siempre la impiedad de ese sistema para plantear que sea sustituido por un modelo comunista en el que nadie gane ya dinero a costa de los demás. Ésa es la primerísima de todas las acusaciones alegadas por los izquierdosos radicales: el “burgués implacable y cruel”, sin riendas ni impedimento alguno, se aprovecha de la consustancial indefensión de los pobres.
A partir de ahí, la expropiación de los bienes de los “ricos y poderosos” se vuelve una opción perfectamente natural y justificada. A gran escala, los populistas de corte socialista comienzan por estatizar las corporaciones que suministran los bienes y servicios que consume la mayoría de la población, digamos, los combustibles, la energía eléctrica o los llamados productos básicos. Ya entrados en gastos, los comisarios del régimen proceden a decomisar los patrimonios de lagentedemenosrelumbrón–comerciantesypequeños empresarios— y, al final la propiedad privada en si misma es combatida con la ferocidad de quienes, pretendiendohacerjusticia,estánenelfondodeleitándose de poder ejercer un oscuro desquite.
El resultado terminal de este colosal acto de apropiación estatal de lo ajeno –un auténtico robo, en los hechos— es la consumación de la utopía igualitaria. Es decir, el brutal empobrecimiento de la práctica totalidad de la población de un país: todos en la miseria excepto los altos mandos de la jerarquía gobernante, los únicos habilitados para traficar con los pocos sobrantes, a saber, los magros recursos de los que dispone un sistema que ha dejado de cobrar impuestos porque ha prohibido la creación de riqueza.
Ahora bien, hay que puntualizar que el capitalismo moderno ha dejado de ser un modelo desmedidamente depredador: sus antiguos excesos han sido mitigados por toda una batería de normas y regulaciones debidas, miren ustedes, al florecimiento de la democracia liberal y al paralelo desarrollo del proceso civilizatorio.
Hoy, tenemos sindicatos, leyes que protegen los intereses de los obreros, disposiciones para apuntalar la seguridad en los espacios industriales y todo esto resulta de la existencia de organismos públicos en los cuales se gestiona y se procura el bienestar general de los ciudadanos: los consumidores cuentan con mecanismos para afrontar arbitrariedades, las prácticas monopólicas son sancionadas, la libre competencia es supervisada y a los infractores les llueven multas cuando intentan darle vuelta a las normas.
Pues, con la novedad, señoras y señores, que el régimen de doña 4T ha sido infiltrado por unos agentes del movimiento libertario. Sabemos que sujetos como Javier Milei y otros de su cofradía quieren reducir al mínimo la maquinaria del Estado. Curiosamente, es lo mismísimo que están haciendo aquí nuestros gobernantes. Pretenden extinguir diez organismos autónomos pretextando que cuestan y que no sirven. O sea, desmantelar el aparato público. Los militantes de nuestra izquierda tendrían que estar inquietos y escandalizados, ¿o no?
Buscan extinguir diez organismos autónomos con el pretexto de que cuestan y no sirven