Brexit, una lección sobre el peligro del populismo
El populismo es una forma potente de política democrática. Por desgracia, también es destructiva, debilita las instituciones, perjudica el debate y empeora la política. Puede amenazar a la democracia liberal. La saga del brexit es una lección objetiva de sus peligros: dañó lo que durante mucho tiempo se consideró una de las democracias más estables del mundo.
El reciente libro Lo que salió mal con el brexit, de mi colega Peter Foster, expone la historia maravillosamente. Muestra cómo una clásica alianza populista de fanáticos y oportunistas mezcló análisis simplistas con una retórica acalorada y rotundas mentiras para debilitar la relación económica más importante del país y amenazar su estabilidad interna. Por fortuna, existe la oportunidad de aprender y empezar a hacer las cosas bien.
De hecho, era seguro que el brexit iba a salir mal, porque se basaba en premisas falsas. Los países no pueden ser plenamente soberanos en el comercio, ya que éste involucra al menos a una contraparte. Por consiguiente, las reglas del mercado único se crearon porque la alternativa eran múltiples regímenes reguladores diferentes y, por tanto, un comercio más costoso (y menor).
La creación del mercado único, entonces, fue un acto de simplificación regulatoria. Dejarlo aumentaría la regulación para cualquier empresa que intente vender tanto en Reino Unido como en la Unión Europea.
Estas personas destruyeron la reputación de sensatez, moderación y decencia del país. Todo esto es un resultado natural de la clásica mezcla populista de paranoia, ignorancia, xenofobia, intolerancia a la oposición y hostilidad hacia las instituciones que limitan.
Reino Unido debe intentar mejorar sus relaciones con la Unión Europea. Su gobierno también debe actuar para
_ mejorar su desempeño económico. Si no se logra mejorar la trayectoria, este populismo puede estar de vuelta en peor forma. Ahora está en juego nada menos que eso.