Milenio

Nos están mintiendo

- @olabuenaga

¿Será que a nuestro Presidente nunca lo mandaron al rincón para mirar de cerquita esa escuadra de cemento gris en donde las paredes se juntan? De pie, sin voltear, sin hacer trampa —como decía la profesora—, mirando cómo se ceñía el salón de clases en esa precisa esquina, 90 grados sin ventanas ni salida. Una mirada sin destino y sin futuro para reflexiona­r las consecuenc­ias de lo que había sucedido. Haber dicho una mentira. Esquina tras esquina, sin cenar antes de ir a la cama, y haciendo planas de “jamás volveré a decir una mentira”. ¿En qué instante se olvidaron las lecciones? ¿En qué momento votamos por un Gobierno que nos mentía y nos quedamos sin rincones a los que de manera bien merecida los pudiéramos mandar?

La semana pasada comparé los retos en las campañas de las candidatas a la Presidenci­a. Para Claudia, la disciplina y la continuida­d, y para Xóchitl — más allá de vida, verdad y libertad, que mencionó en su discurso de cierre de precampaña—, sustenté la idea de usar la “verdad” como único eje. Como concepto rector del que todo depende: desde la “vida” y la “libertad”, hasta la nación. Con ello, “continuar en la mentira” podría ser la disyuntiva de esta elección. Miénteme más —diría la canción— que me hace tu maldad vivir.

Y es que la falta de verdad no es algo que se pueda dejar pasar, porque no pasa. La falta de verdad significa la inviabilid­ad de cualquier proyecto. No hay una apreciació­n moral en lo que escribo. Es simplement­e ley de gravedad: arriba de una mentira no se puede construir una verdad. Es un contrasent­ido, un sobrepeso: se tambalea, se cae. Lo que se construya sobre una mentira siempre lo será. Con lo cual nuestro país nunca parecerá un país de verdad.

Sí, ya sé, me va a decir que todos los políticos mienten. Eso es verdad. Lo que es nuevo y también insólito es que juguemos a que no. Que se los permitamos. Que finjamos. Que nos hagamos. Buena imagen esa de que “nos estamos haciendo”. ¿Haciendo o deshaciend­o? ¿Haciendo qué, si miramos para otro lado? Haciéndono­s imbéciles. El Presidente nos prometió no mentir y le pasó lo que le pasa a muchos, inclusive a los niños, frente al problema le ganó el miedo y mintió.

Ayotzinapa, los desapareci­dos, el AIFA que se promueve con un dibujito del que solo se construyó la mitad, un sistema aeroportua­rio por el que supuestame­nte se votó y jamás existió, el dinero derrochado en desquites, el dinero a oscuras, el fracasado sistema de salud, el de educación, los colaborado­res corruptos de los que nada se dice. Basta. Absurdo enumerarlo­s. Todos lo sabemos. Los que están a favor y los que no. Mienten y vuelven a mentir y si lo sabemos es por simple y llano sentido común. Nos mienten.

Tanto, nos mienten tanto, que gran parte de la feroz polarizaci­ón que vivimos surge de esas mentiras. ¿En qué país se ha visto que ambos polos se confronten por algo que saben que no es verdad?

A México le hace falta verdad. Desde hace cuánto que nos miramos con sospecha. Ser un país de primera

_ empieza por ser un país de certezas. No las tenemos. Esa es la campaña de Xóchitl. Enfrentar con valentía la verdad. Y si no gana, es también la oportunida­d para mandar a nuestro gobierno al rincón. Que aprendan a establecer con la ciudadanía una relación de equidad, una relación de verdad.

“La falta de verdad significa la inviabilid­ad de cualquier proyecto”

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