Cállate chachalaca (2ª temporada)
El martes tronó de nuevo el presidente Andrés Manuel López Obrador contra el Instituto Nacional Electoral. Esta vez afirmó que está actuando como si fuera la Santa Inquisición. En tono de burla se quejó de que el árbitro le hubiese exigido no utilizar términos como “oligarquía corrupta”, al tiempo que le prohibió promover a Claudia Sheinbaum.
El área de quejas del INE recordó que las leyes mexicanas impiden al presidente expresar públicamente su deseo para que la cuarta transformación continúe y también vaticinar que el futuro gobierno quedará en manos de su abanderada favorita.
Quizá tenga razón López Obrador al verse obligado a calzarse el bozal que las normas le imponen, pero eso no es culpa del INE sino de un marco constitucional restrictivo respecto a la libertad de expresión de los funcionarios públicos durante los tiempos de campaña.
Es la ley la que prohíbe que el mandatario se pronuncie a favor de su preferida, o bien, en contra de sus adversarios políticos. Esas son las reglas del juego actual y no es justo que sus efectos sean reclamados a la institución que está obligada a garantizar el cumplimiento.
La paradoja del asunto es que fue el mismo Andrés Manuel López Obrador quien, hace dieciocho años, empujó para que se reformaran las normas relativas a la expresión política de la Presidencia.
Quedó para la posteridad la vez que exigió a Vicente Fox no intervenir en la contienda. Sobre todo porque lo hizo con una frase cargada de sentido del humor que, sin embargo, cayó mal entre algunos porque la consideraron una falta de respeto a la investidura presidencial.
Me refiero aquí al “cállate chachalaca” que incendió durante varias semanas el debate público. Tan relevante fue este hecho que, cuando el Tribunal Electoral calificó la elección de aquel año, se vio obligado a reconocer que Fox se había excedido con la voz y, al hacerlo, había desnivelado la cancha donde se medían los competidores.
Un año después el Congreso procesó una reforma constitucional que, entre otros temas clave, incluyó restricciones excesivas a la expresión pública del presidente.
Zoom: el que a chachalaca mata a chachalaca muere, podría decir el refrán parafraseado. No es el INE la Santa Inquisición sino un árbitro obligado a hacer cumplir una ley que si bien habría en el futuro de cambiar es la que hoy regula la elección.
El mismo AMLO empujó las normas que ahora reclama